Page 529 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
ciudad, ni sus contornos para efecto de sorprenderme, ni a mis allegados, por-
que en este experimentarían sus habitadores todo rigor que el dia pide, sin
reserva de ninguna persona y con más particularidad contra las de Europa,
las que indispensablemente han de morir, como igualmente los que fueren
de la parte de ellas. Mirando en esto, a que cesen las ofensas de Dios, para
cuyo desempeño están a mis órdenes cuatro provincias y otras que solicitan
mi amparo, para sacarlas de la injusta servidumbre que han padecido hasta el
día, en que espero que la Divina Clemencia me alumbrará para un negocio
que necesito de toda su asistencia para su feliz éxito. Y para que así se tenga
entendido, se fijarán ejemplares de este edicto en los parajes que se tengan por
conveniente en dicha ciudad. Tungasuca y noviembre quince de mil setecien-
tos ochenta.— José Gabriel Tupa Amaro Inca.
(Al margen: Carta).
Excelentísimo señor.— Habiéndome nombrado Don Fernando Anto-
nio de Cabrera, Corregidor y Justicia Mayor de la provincia de Quispicanche,
por capellán de la tropa que marchaba contra el rebelde José Tupa Amaro; me
conduje en compañía suya, y la de los oficiales Don Tiburcio de Landa, Don
Francisco Escajadillo, Don Ramón de Arechaga y otros, hasta el pueblo de
Sangarará, jurisdicción de la misma provincia, donde, estando expuesto al pe-
ligro de aquella infortunada acción, fui testigo de todos sus acaecimientos los
que creo ser de mi primera obligación exponerlos a Vuestra Excelencia.—
Emprendimos la marcha el día quince del presente mes del pueblo de Orope-
sa, en seguimiento del tirano, habiéndosenos agregado en éste, Don Pedro
Savaraura, Cacique y Gobernador de él con quinientos indios, testimonio, no
el primero de su lealtad, por haber en el Cabildo del Cuzco exhibido otros
tantos oportunos, que cortaron una eminente sedición. De aquí pasamos a
acuartelar al pueblo de Guaro, de donde el diez y seis, avanzamos a la hacien-
da de Guairapata y el diez y siete al pueblo de Sangarará; a donde, habiendo
entrado a las tres y media de la tarde, y comenzado a publicar por bando y a
son de cajas el auto expedido por los señores de la Junta de Guerra del Cuzco,
haciendo presente el horrible y detestable delito de José Tupa Amaro y ofre-
ciendo diversos premios a los que lo condujesen, vivo o muerto, aparecieron
los Caciques de Acomayo, Acos, Pirqui, Guaiqui, Rondocan, Pomacanche y el
del mismo pueblo, simulando, por lo que después reconocimos, la conniven-
cia y facción que ya tenían sentada con el Rebelde, con expresión de júbilo y
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