Page 524 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen 3
Inicio de la rebelión
que ahora lo es de Tupa Amaro y acompañado con él, por librarse de la muer-
te, pasó al lugar donde estaba Tupa Amaro, quien habiendo preguntado quién
era el declarante, le dijo Bermúdez, que era un pariente suyo: Que todos los
cerros de Sangarará estaban cubiertos de indios y, al parecer del declarante,
pasarían de seis mil. Que después de estos pasajes, llegó el hijo de Tupa Ama-
ro llevando la bandera nuestra que quedó por despojo en la función, y se sen-
tó en medio del escribiente Bermúdez y del declarante, hasta que en esta oca-
sión, recibió tres papeles Tupa Amaro y oyó decir, por afuera a la gente, el
declarante, que eran de Abancay, Chalhuanca y Cotabambas, lo que no sabe el
declarante de positivo. Que también se alborotó toda la gente, porque corrió
la voz de que entraba tropa nuestra por la parte de Paruro, y bajó al alboroto
Tupa Amaro para coger la delantera de su tropa y tras él su hijo y, entre tanto,
pudo el declarante zafar de aquella captura, dejando su cabalgadura y todo
cuanto había llevado; y se vino para esta ciudad, despreciando las ofertas que
le hacía el hijo de Tupa Amaro, dando vuelta por el camino de Cebadapata y
de Quiquijana, a donde tiene puestas repetidas centinelas el dicho Tupa Ama-
ro, por donde pasó con bastante peligro de su vida. Que quien se apresuró a ir
hasta Sangarará, fue el Corregidor de Quispicanchi como comandante de la
tropa nuestra; sin embargo de que se le opuso el Sargento Mayor Don Ramón
de Arechaga con los otros oficiales. Y que como fue el declarante uno de los
que escaparon de la muerte en dicha refriega, luego que llegó a esta ciudad, sin
perder momento, vino a pie a dar parte a esta Real Junta de todo lo acaecido,
que es lo mismo que tiene declarado.— Preguntado si sabe qué disposiciones
tiene Tupa Amaro, qué armas, qué número de gente y de quiénes fía las accio-
nes, dijo: Que tiene ánimo de bajar a esta ciudad, según le comunicó su hijo al
declarante, que tiene indios espías en los caminos y en los cerros a pelotones.
Que con el alboroto no pudo reparar el declarante el número de armas que
tenía; con la mortandad de los nuestros, se quedó con las armas de éstos. Que
tiene por suyos, los más de los pueblos de Tinta y algunos de Quispicanchi y
que oyó decir que tenía confederación con otras. Que es de cuanto puede dar
razón de lo que vio, observó y oyó, bajo del juramento que hecho tiene; y ha-
biéndosele leído esta su declaración se afirmó y ratificó en ella, y dijo de ser de
edad de treinta y tres a treinta y cuatro años, que no le comprehenden las ge-
nerales de la ley y ha venido sólo a cumplir con su obligación como fiel vasallo
de Su Majestad y la firmó con su merced de que doy fe.— Sebastián José de
Ocampo.— Bartolomé de Castañeda.— Ante mí Ambrosio Arias de Lira,
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