Page 495 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            la gente en quietud; aunque en ella el segundo del declarante llamado Agustín
            Taiña, había puesto de cacique Tupa Amaro; pero el citado indio, luego que
            vio al declarante, se le subordinó y por eso le amonestó que no se metiese en
            alboroto alguno; y se mantuvo en dicha estancia cuatro o cinco horas, despa-
            chando a un indio para que pusiese la centinela en un morro y envió un pro-
            pio a su casa para que preguntase a su mujer el estado en que se hallaba el
            pueblo de Acomayo, y la mujer del declarante se puso en camino hasta encon-
            trar al declarante y le entregó una carta de Tupa Amaro, en la que le dice que
            cese en el gobierno de su cacicazgo porque ya había puesto a otros, como
            consta de la misma carta escrita desde Pomacanche con fecha de catorce del
            presente mes y año y firmada por dicho Tupa Amaro que la presenta en este
            acto; y que su mujer le contó al declarante que estaba todo el pueblo de Aco-
            mayo alborotado, a cuyo tiempo, a gritos le avisó el centinela que puso, que
            venía toda la gente y con este susto dejándola a su mujer, se vino a esta ciudad
            el día de ayer diez y siete. Que Tupa Amaro había dado a la gente del declaran-
            te siete piezas de bayeta de la tierra del obraje de Pomacanche, encargándoles
            que estuviesen prevenidos con hondas y les había dado a comprender que no
            consintiese ningún español en sus pueblos y que no habría ya alcabalas, ni
            aduana, ni repartimiento de corregidores, ni habían de ir los indios a la mita
            de Potosí y que exterminaría todos los obrajes y no habría ya más corregido-
            res; pues, iría ahorcando a todos ellos porque tenía orden del señor Visitador
            para ejecutar todo lo referido, y que sólo pensasen en pagar sus tributos y es-
            tuviesen prontos a sus órdenes. Que los indios del declarante, como se halla-
            ron en Pomacanche, percibieron todo lo que dijo Tupa Amaro en dialecto
            índico y se lo participaron al declarante, quien les dio a entender en la misma
            lengua que no obedeciesen en manera alguna a Tupa Amaro porque los enga-
            ñaba; pues, no habría tal orden del señor Visitador y que de lo contrario no
            quedaría rastro de ellos, porque los españoles los consumirían a fuerza de
            armas, y que supiesen que sólo debían obedecer a nuestro católico y piadoso
            monarca el señor Don Carlos tercero. Que lo que puede declarar sobre la pri-
            sión y muerte del Coronel Don Antonio de Arriaga, Corregidor que fue de
            Tinta es lo siguiente.— Que Don Gregorio Villena, hacendado en el pueblo de
            Acos, provincia de Quispicanche le contó al declarante que el dia cuatro de
            este dicho mes de noviembre, pasó del pueblo de Pichigua el dicho Corregi-
            dor al de Yanaoca y muy apresurado para transitar al de Tinta, con ánimo de
            enterar lo que respecta a los reales tributos y el cura de la doctrina de Yanaoca



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