Page 500 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen  3
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            huida, escogiendo los lugares más seguros para ocultarse, sin atender a mi voz
            que los reprendía ni a la de otros oficiales. No se conoce la obediencia; todos
            quieren mandar y ninguno cumplir con las reglas de obedecer. Las Juntas son
            repetidas, mas las resoluciones son ningunas. Todo es confusión, laberinto y
            desorden y mi dolor, con trémula pluma expone su mayor sentimiento, al ver
            que varios sujetos, a quienes la naturaleza y fortuna distinguió sin contraerse
            a las reglas del honor, se hayan ausentado de la ciudad, intimidando con esto
            a los pocos españoles que quedan.— En tan críticas circunstancias, hágase
            Vuestra Excelencia cargo de nuestras aflicciones y de los sobresaltos que ocu-
            pan los espíritus de estos pocos fieles vasallos, destituidos, de socorros y de
            auxilios, pues, esa capital que puede ministrarlos, la distancia hace que sean
            infructíferos cuando lleguen. Así contempla mi discurso que si el traidor y
            rebelde enemigo avanza los pasos, engrosando al mismo tiempo más su parti-
            do, se hará señor de este lugar sufriendo sólo el fuego y armas de poquísimos
            que las saben manejar. Sólo abrigará nuestra causa la de Dios, que favorecerá
            nuestro partido por conservar su religión e impedir los delitos y sacrilegios
            que una bárbara gente ejecutaría en caso de que saliese vencedor en la facción.
            Cumplo con exponer así mi parecer para que, si algo vale, la probida justifica-
            ción de Vuestra Excelencia dé las providencias más prontas, más conformes
            y aquellas que pide una ejecutiva urgencia, con cuyo reparo se puede evitar la
            reconquista de este reino, protestando que mi fidelidad nunca será más glorio-
            sa que cuando acabe su término con el honor de haber cumplido con el deber
            del vasallaje.— Nuestro Señor guarde a Vuestra Excelencia los muchos años
            que han menester estos reinos. Cuzco y noviembre veinte de mil setecientos
            ochenta. El Conde de Vallehermoso.— Excelentísimo señor Don Agustín de
            Jáuregui, Virrey de estos reinos.


                    (Al margen: Borrador de carta).
                    Por carta que, de orden de vuestra merced, ha escrito a esta Junta el
            Teniente Coronel Don Julián de Capetillo, se ha visto la resolución que ha to-
            mado de marchar contra el rebelde Tupa Amaro, y que para esta empresa insta
            vuestra merced por aquel medio, se le remitan los socorros que ha pedido. La
            Junta en carta de ayer, previno a vuestra merced que no ejecutase el ataque sin
            que precediese el conocimiento de las fuerzas del enemigo, para omitirlo o
            verificarlo, según se presentasen éstas; de modo, que con seguridad del logro
            entrase vuestra merced en la acción y no de otro modo: Ahora se le repite a



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