Page 117 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
estos sinsabores con la esperanza de ver a Vuestra .Señoría Ilustrísima, recibir
su bendición y darle un abrazo, con otras mil señales de lo mucho que venero
su persona y santa dignidad, por lo que se interesa en el buen servicio de Dios
y nuestro grande amo, pero no será en la casa que generosamente me propo-
ne, pues llevo el ánimo firme y necesario de hospedarme, con todos los de mi
compañía en el Colegio de los Expulsos y asi concluyo con ofrecer a Vues-
tra Señoría Ilustrísima mi obediencia y las disposiciones justas, con que me
hallarán sus preceptos, pidiendo a nuestro Señor guarde su importante vida
muchos años.— Huamanga diez y nueve de enero de mil setecientos ochenta
y uno.— Ilustrísimo Señor.— Besa la mano de Vuestro Señoría Ilustrísima su
más atento y seguro servidor.— José Antonio de Areche.— Ilustrísimo Señor
Obispo del Cuzco.—
(Al margen: Carta)
Ilustrísimo Señor Visitador General Don José Antonio de Areche.—:
Ilustrísimo Señor.— Muy Señor mío de mi mayor veneración: Con la de diez y
nueve de enero próximo pasado, que recibo de Vuestra Señoría Ilustrísima, he
logrado una satisfacción correspondiente a los vivos deseos que tenía desaher
el éxito del expreso que hice con el Doctor Don Nicolás de Oré, cuya demora
me tenía bien mortificado en los desvelos que me cuesta la importante salud
de Vuestra Señoría Ilustrísima, por que de ella pende la de nuestra América.
No ha sido corto beneficio de Dios el haverla sacado robusta de la intemperie
y desamparo de los caminos que ha traido Vuestra Señoría Ilustrísima desde
Ica hasta esa ciudad: El resto aunque de cuestas algo fragozas, es de mejores
aires y de jornadas en que se logra bastante abrigo, a cuyo beneficio se conti-
nuará la marcha sin especial incomodidad, mediante la protección del cielo,
que no ceso de implorar en mis sacrificios, para que Vuestra Señoría Ilustrísi-
ma termine su carrera hasta que lo alcancen mis brazos, con aquella felicidad
a que son acreedoras·sus piadosas y benéficas intenciones. Hubiera trocado
gustosa mi suerte, si me fuese permitido con la de ese Cura, que ha tenido la
dicha de acompañar a Vuestra Señoría Ilustrísima y se lo ha servido del modo
que lo hubiera practicado yo, se habrá vinculado mi cariño para cuanto pueda
valerle mi persona con todas las facultades de la dignidad.— La refriega que
se tuvo con el indio cuando llegó su atrevimiento a tocar en esta ciudad, no
fue como se la describieron a Vuestra Señoría Ilustrísima de Abancay; aunque
pudo serlo, según la opinión de la mayor parte de este vecindario y aunque
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