Page 113 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            algunos indios que iban encontrando.— Congregados todos sucesivamente
            quemaron los puentes de Caycay, Sierra Bella, San Salvador, Pisac, Coya y
            Lamay, dieron muerte a cuantos españoles encontraron, sin distinción de
            sexo, ni de edad y en las mismas horcas, que a prevención tenía paradas el
            Corregidor de Calca y Lares, colgaron a varios pobres vecinos, cuyos cuerpos
            se divisan de esta banda del río.— El furor de estos naturales inhumanos, ade-
            más de la libertad, que se propusieron en orden al reparto de que se contem-
            plaban responsables, tuvo por estímulo el robo general y saco, a que desde
            luego se entregaron; pero con tal iniquidad que los muebles importables los
            arrojaban al río. No paró en aquella parte el tumulto, por que cundió el cáncer
            hasta el pueblo de Taray, que mezclado con algunos individuos que pudieron
            pasar el río o movidos del mal ejemplo que a la vista tenían también se puso
            en acción juntándose todos los indios de sus pertenencias, que levantando de
            punto el alboroto con disposición de banderas, tambores y cornetas, hicieron
            cuerpo de guerra y marcharon hasta una llanura nombrada la Pampa de Chi-
            ta, que dista poco menos de dos leguas de esta ciudad.— Así se hallaba el
            enemigo repartido en dos tropas y en ánimo de provocar a lo menos o desper-
            tar a este vulgo, asomando por varias entradas, pero se tomaron las correspon-
            dientes providencias para una y otra parcialidad. A la de la otra parte del río,
            que ya empezaba a entrar en el pueblo de Huayllahamba, se opuso Don Juan
            Nicolás Lobatón, Corregidor de aquel distrito, y a la de Taray un oficial llama-
            do Don Francisco Laysequilla, a quien cometió esta Junta la expedición, des-
            tacando con él un piquete de soldados, que inmediatamente se reforzó con
            otro, habiéndose practicado la misma diligencia en auxilio del Corregidor de
            Urubamba. Este viendo que se resistían los indios que bajaban por los desfila-
            deros de Calca entre cerro y río, hizo su descarga y mató con los suyos hasta
            cien indios, fuera de los que despechados se arrojaron al río y de los que salie-
            ron heridos, computándose el número por unos cuatrocientos, por otros mil,
            de que no hemos podido certificarnos, por desearse noticias más individuales
            y no haber vuelto la tropa, por serle muy conveniente recorrer los pueblos
            invadidos y advertir en ellos, los perjuicios causados, tomando noticias en
            orden a los cómplices en la irrupción.— Parece que en la Pampa de Chita, que
            es de la jurisdicción de tres Parroquias de esta capital, hubo menos gente que
            derrotar; pero la que existía en número llegaría a más de seiscientos indios, se
            halló igualmente empeñada en la sedición y salió derrotada por los cerros in-
            mediatos, habiendo quedado en el campo algunos muertos de cuyas cabezas



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