Page 112 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen 3
Inicio de la rebelión
los indios vemos que muchos se han venido de la primera a presentar, ponién-
dose bajo de nuestras banderas, como sabemos lo hacen los españoles y mes-
tizos de ella en número de ochocientos, para tomar las armas y partido en
nuestra defensa.— Cuando estaba para cerrar ésta, me acaba de contestar la
Real Junta al oficio de ayer (que va inserto en el testimonio que acompaño) no
conformándose con mi dictamen y desatendiéndose de que Vuestra Señoría
Ilustrísima propone su venida a esta ciudad; e igualmente incluyo a Vuestra
Señoría Ilustrísima para su inteligencia.— El tiempo no da lugar para más,
que para decir a Vuestra Señoría Ilustrísima quedo interesando mis fervorosas
oraciones por su feliz viaje y que cuanto antes se ponga a ésta pura el remedio
de tantos males. El Señor nos lo conceda y guarde a Vuestra Señoría Ilustrísí-
ma muchos años. Cuzco y diciembre 20 de 1780.— Es copia de la carta origi-
nal de su contexto, escrita por el Señor Obispo del Cuzco al Señor Visitador
General, doy fe.— Doctor José Domingo de Frias, Secretario.—
(Al margen: Carta)
Ilustrísimo Señor Visitador General Don José Antonio de Areche Ilus-
trísimo Señor.— Muy Señor mío de mi mayor veneración: Con fecha de 20
dirigí a Vuestra Señoría Ilustrísima instruyéndolo del estado en que se hallan
las circunstancias de la rebelión y arbitrios que se han tomado hasta el día para
contenerla: Van en ésta para que cualquiera contingencia que pueda intercep-
tar los pliegos no impida las noticias de que Vuestra Señoría Ilustrísima debe
surtirse para su inteligencia y gobierno.— Aunque el nervio principal de la
sublevación todavía existe sin que se haya logrado a favor nuestro ventaja ma-
yor ni acción decisiva en la raya de Vilcanota, donde dicen se halla el rebelde
Tupa Amaro con designio de arrostrar a los cinco corregidores que unidos a la
frente han suspendido la marcha a esta ciudad, sin embargo alguna satisfac-
ción nos resulta del castigo que el día veinte y uno se ejecutó por nuestras
milicias en los indios inmediatos, que sirviéndose de las incitativas, insensi-
blemente internados en estos pueblos, se habían violentado de un modo que
puso a la ciudad en término de pensar que era llegado ya el día del último
exterminio.— La inquietud tomó principio en el pueblo de Ocongate, anexo
de la Doctrina de Catca, en la Provincia de Quispicanchis, de allí bajaron al-
gunos indios a la quebrada contigua y fermentando los que se hallaban desde
Caycay hasta Calca, fueron talando esos lugares asociados de mayor fuerza en
cada uno de ellos, por las resoluciones que inspiraban y peor disposición de
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