Page 312 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. II
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Volumen 2
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            estos débiles conductores al menos por las mismas diligencias y pasos que para
            ello se hacia preciso diese. Era necesario que los congregase siquiera en cortas
            porciones persuadiendoles y alentandolos al proyecto de la conspiración, que
            los previniese con las armas de que usan y tomase otras disposiciones de esta
            clase para las que no basta uno solo, ni es dable se verifique sin ser sentidas,
            especialmente en los pueblos, en los que por su cortedad se percibe la menor
            novedad. No es menos ridícula y jactanciosa que la antecedente la expresión
            de los 705 Caciques con quienes tenia alianza, seis mil indios preparados, y
            veinte mil hombres de Arequipa dispuestos para invadir aquella ciudad, de la
            que depone el Presbitero don Juan de Dios Niño de Guzman.
                    Presinde por ahora este Ministerio del defecto que tiene la declaración
            de este individuo por haberse producido sin licencia judicial de su prelado
            especialmente cuando no es presumible la hubiese conferido verval que se
            supone por la materia sobre que versa, lo cierto es que no hay en este Virrey-
            nato el número de Caciques que se menciona, que para lograr union con estos
            cuando los hubiese y fuesen acequibles era forzoso escribirles cartas valiendo-
            se de terceros que las llevasen y que las contestaciones corriesen del mismo
            modo: que con igual conducta se manejase con los veinte mil de Arequipa y
            al menos con sus principales Jefes y ultimamente que practicase los corres-
            pondientes exfuersos que se requieren para congregar y tener a su disposición
            seis mil indios. Es posible que una negociacion tan basta y ardua como esta
            sea capaz de emprenderla un solo Cacique pusilamine y limitado, como por
            la regular son los de su naturaleza. Permitase por un breve rato que este fuese
            tan animoso que fuese capaz de un proyecto de esta clase. Por ventura cabe en
            la imaginación el que pudiese encubrirse sin que hasta hoy se haya traslucido
            pasaje alguno de tan artificiosa maquinación.
                    Aun, aunque no entren en parte las dificultades que por todos respec-
            tos la imposibilitan, es tan solida esta reflexion de no haber se notado hasta el
            presente pasaje, ni suceso que la indique que por si sola basta para reputarla
            por quimerica. Aquí es donde se verifica con propiedad que cuando se presu-
            me mucho nada se prueba. ¿Adoptaría un miserable Cacique una operación
            de esta clase, inasequible por todas sus circunstancias, e impersuacible por
            las razones alegadas; es lo mismo que dar una plena y completa idea de que o
            estaba loco, si se considera que entró en la meditada conspiración con animo
            de coadyubar por estos medios, o que en la realidad fué una mera jactancia,
            o aparencia que les quiso figurar a los demas congregados para descubrir su



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