Page 739 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
P. 739

Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
                    En este momento de nuestro dolor y desesperación, se apoderó un
            terror del capitán y de todos los marineros, que nos hizo creer había algún pe-
            ligro capaz de igualar con la muerte a los opresores y oprimidos, y mostrarnos
            más allá de ella la diferencia de la virtud y del vicio, del crimen y de la inocen-
            cia; este conflicto general nacía de la fracción total del timón; por todos los
            indicios el peligro tenía una inminencia alarmante y capaz de haberse hecho
            sentir por nosotros mismos, que traíamos en compañía de nuestra desgracia a
            una familia francesa, cuyo padre había contraído en Lima el crimen fatal que
            los españoles tienen misión del cielo y autoridad del Papa para castigarlo en
            América, era la posesión de 30 talegas de plata, de que fué despojado, y para
            purificarse remitido con prisiones a España; este hombre obtuvo del coman-
            dante la gracia de quitarnos las prisiones, si componía el timón; mientras lo
            hizo, estuvimos sin ellas; más luego que se concluyó la obra mucho mejor de
            lo que había esperado el Comandante, mandó se nos restituyera a las cadenas.
                    Puedo asegurar por todos las apariencias del peligro que el mérito de
            la composición del timón debió excitar sentimientos de gratitud iguales a los
            que produciría la donación de la vida en cualquiera otro hombre, que en aquel
            español; fué infractor de un tratado, se hizo más enemigo, y nuestra situación
            se empeoró.
                    Llegamos al Janeiro, donde el buque debía componerse, y la mitad de
            nuestros compañeros habían ya muerto; el resto se hallaba muy malo, algunas
            de las mujeres fueron remitidas al hospital, de donde a los dos días tuvieron
            que volver escarmentadas del abandono y mal trato que los portugueses les
            dieron, o por recomendación del comandante o por su carácter particular;
            una de ellas murió luego que pisó de regreso la cubierta del buque.
                    Todos los demás, a pesar de estar enfermos, no fuímos más bien trata-
            dos en esta nueva posición, antes, por el contrario, tomaron contra nosotros
            precauciones más atormentadoras; de día éramos amarrados al palo mayor, y
            de noche en la corriente; las lluvias, el rigor del sol, ni la ninguna garantía que
            teníamos en nuestro ropaje, nos eximían de esta pena nueva y diaria, que nos
            venía por haber llegado al Janeiro, donde entre la mucha población que ha-
            bía era de temerse la humanidad de algunas personas. La ejercitó con mucha
            voluntad un religioso que venía de Lima libre en el mismo buque; se empeñó
            para que lavásemos nuestros andrajos, cuya suciedad se hacía insoportable
            desde que nos prendieron, por la transpiración, humedad, etc., sin que tu-
            viésemos en todo este tiempo que mudar en nuestra cama miserable, ni en el
            cuerpo.




                                               738
   734   735   736   737   738   739   740   741   742   743   744