Page 586 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
La verdad desnuda
que oprimido y despojado de su antigua libertad se entrega al despecho y a
la desesperación; ¿pues qué será un Reino, y un Reino tan libertino y vicioso
como el del Perú?
Bien sabe Vuestra Señoría que el escandaloso tumulto de Madrid no
tuvo otro origen que el infundado pretexto de carestía de abastos, atribuyén-
dola vacilosamente a mal gobierno del Ministerio; y nadie ignora el extremo
hasta dónde llegó el arrojo de ese vecindario, sin que fuese bastante a conte-
nerlo a los principios el respeto de un Monarca tan prudente, justo y piadoso
como el que felizmente nos gobierna; con que si en la misma Corte produjo
tanta desgracia y desorden un cortísimo sobreprecio en el pan y otros comes-
tibles, ¿cómo se extrañan las fatales resultas que han producido aquí unas no-
vedades tan odiosas como las que ha pretendido establecer el Señor Areche?
Criticando la conducta de este Ministro algunos políticos preguntan
¿a qué vino al Perú el Visitador? Y se responden: a examinar la conducta de
los Tribunales; a desagraviar a los que han experimentado injusticias; a hacer
observar puntualmente nuestra Legislación; y a incrementar el Real Haber
sin agravio de los vasallos. Y siguen diciendo: ¿pués dónde está la reforma de
los magistrados, cuando nunca se han experimentado tantas iniquidades en
los jueces? ¿Dónde el desagravio de los ofendidos, si no se oye otra cosa que
quejas y gritos de pobres y viudas? ¿Dónde la observancia de las leyes, cuando
en ningún tiempo se han visto tan atropelladas de los eclesiásticos y tan poco
veneradas de todos? Y finalmente, ¿dónde están los aumentos del Erario, si
vemos empeñar cada día la Real Palabra del Rey, solicitando caudales para
sostener la guerra contra estos Rebeldes, y satisfacer los otros cargos de la
Real Hacienda? De cuyos ciertos antecedentes sacan esta consecuencia: luego
habiendo venido el Señor Areche a componer el Reino, no sólo lo ha descom-
puesto, sino que lo ha perdido, y parece que arguyen bien.
Puede ser que estos discursos sean voluntarios, pero lo que no admite
duda es, que el Señor Areche aún cuando por sus procedimientos no sea cul-
pado, le resultan unos cargos muy graves de la mala conducta de sus subal-
ternos, en cuya elección ha tenido tal desgracia, que apenas se contarán, entre
todos, dos sujetos de buen juicio, y de habilidad. Un Días, un Urra, y un Or-
dozgoyti, a quienes comisionó asuntos de la mayor importancia, son hombres
llenos de vicios capitales, los cuales han escandalizado mucho, mucho, cuan-
tas poblaciones del Reino han pisado; particularmente el último, en Huanca-
velica y en esta Ciudad, con sus juegos y galanteos. Allí arruinó además,
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