Page 585 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            clandestino que se hace de estos preciosos metales. Pero aunque el fin es justo,
            el medio es muy gravoso a los mineros, no obstante haberse concebido bajo de
            un aspecto conveniente hacia ellos, por la considerable rebaja que se ha hecho
            en el precio del azogue; la razón es, porque jamás se podrá asentar regla fija
            sobre el beneficio de los metales; pues la experiencia acredita que unas veces
            con un quintal de aquel ingrediente se benefician más de cien marcos de plata,
            y otras con igual porción, no sólo no se consigue ninguno, sino que se desper-
            dicia enteramente el azogue; y en tal caso (que sucede frecuentemente) ya se
            deja entender, según el entable del Señor Areche, crece mucho el perjuicio del
            minero; porque sobre perder el valor del azogue, tiene que exhibir los dere-
            chos de una plata que no ha beneficiado.
                    Toda la riqueza de este vastísimo Reino depende de sus famosos mine-
            rales, envidiado de todas las naciones, y consiguientemente lejos de ser con-
            veniente es perniciosa; a los que los trabajan deben ser favorecidos de privi-
            legios, aún mayores de los que se les dispensan por las leyes, y defendidos de
            todo gravamen a fin de que crezca el gremio todo lo posible. El Monarca es
            más poderoso, teniendo vasallos ricos, que guardando muchos tesoros en su
            erario, si éstos son indigentes y miserables. Por eso juzgan los buenos políticos
            que en el Perú todos debían ser mineros, así como en los Reinos guerreros,
            soldados todos; que el azogue debía venderse en todas partes y a un precio
            equitativo, como género de primera necesidad en estos dominios; y que para
            celar los fraudes de los minerales se arbitrasen medios que de ninguna manera
            fuesen gravosos a los individuos del gremio; para que de este modo se dedica-
            sen gustosos cuantos tuviesen proporciones a este ejercicio y trabajo, que debe
            estimarse por el más útil a la Corona y al Estado.
                    Esta resolución del Señor Areche se recibió con notable displicencia
            en todo el Reino; pero mucho más la del empadronamiento general, por con-
            siderarla aún de peores consecuencias; respecto de que con ella se anunciaba
            una novedad tan perturbativa del sosiego público, como lo es toda providen-
            cia que se dirige contra la libertad de las repúblicas. Los reales tributos que
            tan justamente se exigen en estas provincias, sólo los han pagado, hasta ahora,
            los indios. El Señor Areche intentó extender esta contribución a toda la plebe
            sin excepción de aquellas clases que se hallan en posesión inconclusa de no
            hacerla. Y un proyecto de esta naturaleza, aunque en el papel se represente
            muy útil y ventajoso a la Corona, prometía desde luego fatales resultas puesto
            en planta, y aun antes; porque no hay monstruo tan temible como un pueblo



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