Page 590 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
La verdad desnuda
cio de Landa, natural de Vitoria, y Gobernador que acababa de ser de Paucar-
tambo; Don José Antonio de Urízar hijo de la Provincia de Guipúzcoa, y Don
Ramón de Arechaga procedente de Velorao, en Castilla la Vieja; porque los
tres eran hombres de mucho espíritu, y vendieron sus vidas gloriosamente,
matando multitud de rebeldes hasta el último aliento.
Estas fatales noticias obligaron al Señor Virrey a convocar varios
acuerdos a que asistió el Señor Areche. En ellos se resolvió que pasase inme-
diatamente al Señor Inspector General de las Milicias del Reino, Don José
del Valle, con mil hombres y armamento correspondiente para contener los
progresos de los Insurgentes. Y habiéndose destinado en calidad de segundo
Comandante el Señor Don Gabriel de Avilés, Coronel de los Reales Ejércitos,
se adelantó y llegó aquí primero con 200 mulatos. Con este socorro y el que
proporcionó poco antes el Corregidor de Abancay, Don Manuel de Villalta,
cobró aliento este vecindario, y habiéndose presentado Túpac Amaru con re-
solución de bloquear la Ciudad, se hizo una salida tan vigorosa, que sin em-
bargo de componerse el Ejército Rebelde de más de cincuenta mil hombres, lo
pusieron en fuga el día 8 de Enero de 1781, haciéndole abandonar la situación
ventajosa que había ganado en el cerro nombrado Piccho.
Esta victoria que fué muy importante, la atribuye el vulgo a los Caci-
ques de Anta y Chinchero, Don Nicolás de Rozas y Don Mateo Pumacahua;
pero los juiciosos aseguran que se debió al valor y acertada conducta de Don
Francisco Laisequilla que, con la Compañía del Comercio, mandaba por su
Capitán Don Simón Gutiérrez, sostuvo los repetidos ataques de los Insurgen-
tes, con la bizarría que pudiera el oficial más aguerrido, hasta que los obligó
a dejar el campo de batalla, con la fuga más desordenada. Mas no obstante es
preciso confesar que aun cuando Rozas y Pumacahua no hicieron otra cosa
que declararse a nuestro favor, hicieron mucho; porque de lo contrario hubie-
ra sido imposible la defensa de esta Ciudad, y por tanto fueron premiados es-
tos caciques con grados de Coroneles y la honorífica distinción de una banda,
y el retrato del Monarca en una medalla de oro.
También contribuyó mucho a la victoria de Piccho el Corregidor de
Paruro Don Manuel de Castilla (sujeto muy recomendable por todas sus cir-
cunstancias); porque sabiendo que el Rebelde se encaminaba a esta Ciudad
con la idea de apoderarse de ella, ordenó a sus provincianos que inmediata-
mente viniesen a socorrerla; y en número de siete mil se presentaron a media
legua de aquí, tan oportunamente, que al paso que cobró aliento el vecindario
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