Page 576 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
La verdad desnuda
apasionados de los curiales), han de conocer y confesar precisamente la ino-
cencia y justicia del Coronel Don Antonio de Arriaga (cuyo celo y lealtad al
Soberano, como su Ministro y como su vasallo, debe hacer célebre su nombre
a la posteridad); la injusta, inaudita persecución y hostilidad que sufrió hasta
su muerte, de parte del Ilustrísimo Señor Don Juan Manuel Moscoso y sus
secuaces; y que lejos de protegerle y patrocinarle los Tribunales, como debían,
según el espíritu de las leyes, le abandonaron miserablemente a sus enemigos,
que es el principal intento que nos hemos propuesto. Protestamos seriamente
que todos los documentos y papeles que costean nuestros asertos y nuestros
discursos, van copiados con toda la legalidad debida, y en esta cierta inteligen-
cia esperamos que nadie dude de la verdad y justificación de este Manifiesto:
fecho en el Cuzco a 11 de Noviembre de 1782.
DE UN VECINO DEL CUZCO A UN MINISTRO DE MADRID
(Sigue una carta que la casualidad ha puesto en nuestras manos:
Copia de carta escrita a un Señor Ministro de Madrid por un vecino del Cuzco.)
Muy Señor mío:-Si el respeto de Vuestra Señoría no tuviera tanto do-
minio sobre mi obediencia, fuera esta la vez primera que dejara que cumplir
sus preceptos, sin incurrir en la nota de ingrato a sus favores. Vuestra Señoría,
en su apreciable carta de 20 de Junio de 1781, me encarga le avise con toda la
verdad y extensión posible: el origen cierto de la Sublevación de estas Provin-
cias; los motivos que intervinieron para no evitarla; y el por qué ha durado
tanto tiempo, aun habiéndose dirigido oportunamente las armas de nuestro
católico Monarca al castigo de los insurgentes, y al sosiego de estos Pueblos.
Estas tres preguntas de Vuestra Señoría apenas llenan seis renglones
de carta, y para satisfacerlas debidamente, era preciso escribir volúmenes en-
teros, conciliándose el odio de los personajes que han hecho papel en esta
grande escena, si se han de representar sus hechos y dichos con la sinceridad
y justificación que corresponde. Y he aquí la grande dificultad que me ofreció
mi pusilanimidad, para el cumplimiento de la orden de Vuestra Señoría; hasta
que sacando fuerza de flaqueza ahogué esta consideración arguyéndome así:
Si el sujeto a quien vas a dirigir tus noticias, interesantes al Rey, es un Ministro
de los más celosos y prudentes que tiene Su Majestad, ¿por qué temes? ¿No
sabes que siendo preciso, aun cuando haga algún uso de tus avisos, ha de
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