Page 574 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
La verdad desnuda
hombres. Por último el doctísimo Juan Gerson, cuyas obras todas pudiéra-
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mos producir para justificar le legítima resistencia que merece un precepto de
la Corte Romana, en que se usurpe la Autoridad Real, generalmente, establece
que, no es desprecio de la potestad de las Llaves, ampararse de la Potestad Se-
cular contra las excomuniones injustas, que no pueden llamarse derecho, sino
fuerza y violencia, en uso de la defensa que dicta la ley natural. 52
Pues ¿cómo es capaz a la vista de unas doctrinas tan respetables y tan
claras, que el más estólido puede contraer la causa del Coronel Arriaga, que
haya jurisconsultos autorizados que le atribuyan exceso, defendiendo la Real
Jurisdicción de que estaba encargado por el mismo Monarca? ¿Podrá ser más
escandaloso, injusto y pernicioso al precepto que le impusieron el Ilustrísimo
Señor Obispo del Cuzco y su Provisor por medio de sus Comisionados Puente
y Rivera? Nada menos le mandaron, sino que condujera arrestados a la Ciu-
dad siete legos, a quienes habían causado viciosamente por tumultuantes de
un Pueblo; y juzguen todos los hombres de sana razón, y aun los partidarios
de la facción contraria, si podía ser más turbulento, más sedicioso y más ilegal
el mandato.
Es preciso que lo sientan así en su corazón, por más preocupados que
se hallan, y consiguientemente no podrán negar que, según las juiciosas opi-
niones que acabamos de apuntar, sólo hizo mal Don Antonio de Arriaga en
no haber aprisionado y mandado, en partida de registro, a España a los co-
misionados de la Curia, y aún al mismo Obispo; si como aquellos hubieran
pasado a la Provincia a perturbarle, e impedirle el ejercicio de su Jurisdicción.
Sobrabále espíritu y animosidad para haberlo verificado; y aun se lo propuso,
según una carta que dirigió al Excelentísimo Señor Virrey con Don Eusevio
Balza, la cual conserva éste, original, por no haber estimado conveniente la
entrega. Pero le faltaban fuerzas aún para intentarlo; porque todos saben y la
experiencia ha acreditado, ahora más que nunca, la ninguna defensa que los
corregidores de estas Provincias han tenido para hacer respetable su autori-
dad.
Mas supongamos el caso de que el General Arriaga hubiera arrestado
al Obispo y a sus comisionados por los justos motivos dichos; y reflexionemos
un poco sobre las fatalísimas resultas que le hubiera producido un tan celoso
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52. Resolut. circa materiam excomunicat. Considerat 10. Tomo 2. Col 423. [nota del autor]
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