Page 569 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
los expendedores y cómplices; con que aun cuando el Coronel Arriaga hubie-
ra hecho mayores demostraciones con Don José Calderón no sólo no podía
notársele exceso, sino que se hubiera acreditado celoso y observante de la Ley,
mayormente quedando probado como queda, con las doctrinas y ejemplares
apuntados, que los Jueces Reales pueden punir lícitamente a los eclesiásticos
en los casos urgentes.
Por eso es digna de la mayor admiración la terrible carta que despa-
chó el Superior Gobierno de Lima al Corregidor de Tinta con noticia de este
suceso y sin conocimiento de causa (se halla original en los autos y su copia
en la Nota 27); porque no respira otra cosa que injusticia y la más declarada
contemplación hacia los curiales, como se hace demostrable en la segunda
Consulta, desde el N° 41 al 43, con convencimientos claros y argumentos in-
disolubles.
Llegamos ya a los puntos graves del manifiesto que son el asesinato del
Coronel Don Antonio de Arriaga, y la sublevación que de él dimanó. Y con-
fesamos que nos horrorizan los fundamentos con que uno y otro se atribuye
a los curiales del Cuzco, tanto que entramos con mil temores a hablar de la
materia.
Las cartas originales del Cura de Coporaque, Doctor Don Vicente de
la Puente, agregadas al proceso, y cuyas copias corren en las citas 32 y 33,
son unos comprobantes incontestables; y ellas solas, bastantes para formar el
juicio más cierto, según la glosa que se hace de sus palabras misteriosas al N°
48 y siguientes de la segunda representación; porque aunque no contuvieran
más que aquellas cláusulas... «Todo va con prudencia para que el golpe sea
macizo. El asunto está muy grave, y en el mayor auge: tomará mucho cuerpo,
y el Prelado tiene mucho honor». Y las otras (hablando del General Arriaga)
«no pararé hasta destruirlo a él y a toda su casta» constituyen, conbinadas
con los sucesos, un cuerpo de delito que no alcanzamos cómo pueda desva-
necerse; y por tanto se hace muy reparable, lo primero que unos hombres tan
astutos y cavilosos no procuraron recoger a toda costa unos documentos tan
delincuentes. y lo segundo la admirable providencia de Dios con que vinieron
a poder de Don Eusevio Balza, entre los papeles sorprendidos a Rebelde José
Gabriel Túpac Amaru sin tener la menor noticia de tales cartas, y habiéndose
ocultado otros documentos más interesantes a la testamentaría de su tío.
Entre las demás razones con que se prueba la conclusión contra los
eclesiásticos, se hace muy recomendable y poderosa la tolerancia y disimu-
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