Page 565 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
tal le correspondió a Don Antonio de Arriaga la presentación de los curatos
vacantes. A este efecto le dirigió Su Ilustrísima las respectivas nóminas, y de-
seando el Gobernador acertar la elección, se propuso hacerla con dictamen de
un eclesiástico, docto y virtuoso, que conocía el mérito y circunstancias de los
propuestos, significándole que en su conciencia descargaba la suya.
El Consultor con tal prevención, y habiendo encontrado formadas con
injusticia dos nóminas, le dijo al Gobernador que era preciso trastornarlas;
y éste abrazó el consejo por no agraviar el mérito de los más dignos. Partici-
póselo atentamente al Obispo, suplicándole que no lo llevase a mal; respecto
de que acaso habrían engañado a Su Ilustrísima en los informes de los pre-
tendientes; pero nada bastó, por entonces, para disipar de su corazón el odio
que concibió contra Arriaga, desde ese momento, creyendo muy ofendida su
autoridad con aquel procedimiento. Mas, después, habiendo entrado el Coro-
nel Arriaga en Chuquisaca de tránsito para la Provincia de Tinta, casi le hizo
creer el Señor Moscoso, que había olvidado enteramente aquel sentimiento;
porque, fingiendo un afecto sincero y cordial, le obsequió con mucha fineza.
Ya en aquella sazón estaba provisto para la Mitra del Cuzco, y noticioso Don
Antonio de Arriaga de que se acercaba a Tinta Su Ilustrísima, le preparó tan
suntuoso recibimiento, tan abundante y exquisita mesa, y tan brillante cortejo,
que admirado el Obispo no sabía, al parecer, cómo explicar su gratitud. No
permitió Arriaga que ningún cura ni otra persona se pensionase en hospedar-
le en su Provincia; y, consiguientemente, costeó el gasto de todos los días que
se mantuvo en ella Su Ilustrísima, que según asienta Don Eusevio Balza en su
informe al Consejo ascendió a más de cuatro mil pesos; cuyo cómputo nos
parece demasiadamente moderado; porque se sabe, como público y notorio,
que sin embargo de ser aquellos pueblos estériles de vinos, frutas, pescados
y los demás víveres de buen gusto, no hubo cosa más abundante en esos días
que licores exquisitos de España, frutas excelentes y pescados delicados, con
otras muchas especie que hizo conducir el Corregidor Arriaga a gran costa de
mucha distancia.
De resulta de este cortejo se estrechó mucho Su Ilustrísima con el Co-
ronel Arriaga. Distinguéndole de los otros corregidores le daba siempre trata-
miento de señoría, y le apellidaba su Gobernador. En una palabra, hizo tanta
estimación de él, que cuantos necesitaban el favor del Señor Obispo se valían
de Arriaga para afianzar el mejor despacho de sus pretensiones, y algunos lo
consiguieron. Mas como era una amistad de perspectiva dirigida de aquella
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