Page 468 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen  1
                                                      Informe sobre las causas de la sublevación de 1781
                    Y siendo esto así, no aparece razón por donde se pueda pensar que la
            tienen algunos curas y doctrineros, que careciendo ellos de la necesaria con-
            ducta eclesiástico-religiosa y pastoral, declaman altamente sobre que no se
            puede sacar fruto de muchos de los indios por su rudeza natural, indocilidad,
            inclinación innata a la superstición, con la propensión a la embriaguez y otros
            vicios; porque fuera de que, cuando esto sea como lo encarecen, no prueban
            más de que la tierra más escabrosa, dura e inculta, sólo a costa de mayor traba-
            jo, sudor y esmerado, cuidadoso cultivo del labrador, es que llevará a producir
            el deseado fruto; tampoco nos dejan dudar las historias sagradas, eclesiásticas
            y profanas, que tan malos o peores, más indómitos y perversos que aquellos
            indios, eran los judíos y gentiles, a quienes enseñaron y convirtieron los Após-
            toles y sus seguidores y discípulos; y sin embargo de eso, los volvieron en poco
            tiempo no sólo dóciles y fieles cristianos, sino muy virtuosos y santos, como
            los llama San Pablo.
                    Y si añaden, como oí alguna vez, que como en aquellos naturales no se
            verifique aquello del real Profeta: homines et jumenta salva bis domine, o que
            Dios tenga una providencia muy extraordinaria para con ellos, no se podrán
            salvar. Me parece se les debe responder, que sin duda se verificará dicho vati-
            cinio, en aquellos y otros hombres incultos, rudos y católicos como jumentos;
            pero será sin más extraordinaria providencia que la de usar el Señor con ellos
            de aquella su bondad y misericordia, que en todos tiempos ha usado, valién-
            dose del modo tan propio de su infinita clemencia y amor a los redimidos
            con la sangre de su Unigénito Hijo, en la paciencia, caridad, celo, sufrimiento
            y luz de la verdadera sabiduría y doctrina, que suele y quiere sinceramente
            dispensar a sus fieles ministros, vicarios y pastores de las almas y a los demás
            operarios evangélicos, para que poniendo en ejecución estos dones de su gra-
            cia, y comunicando sin envidia ni interés, esta luz y doctrina a los pobrecitos
            rudos ignorantes, bárbaros, infieles y estúpidos, los conviertan a su Dios, tra-
            yéndolos a su conocimiento; y los hagan dóciles y observantes de su santísima
            Ley y Preceptos, por cuyo conocimiento, docilidad y observancia, se verificará
            también el que semejantes animales, vueltos así muy racionales y buenos cris-
            tianos, entren, habiten y sean para siempre domésticos de la casa del Señor,
            llegando a gozarle en su gloria por toda la eternidad, como anuncia el mismo
            David: animalia tua habitabunt mea.
                    Y para esto, ya se ve que no necesita su Divina Majestad demás ex-
            traordinaria providencia. Para lo que, por ventura, fuera más necesaria, sería



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