Page 454 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
Informe sobre las causas de la sublevación de 1781
las prebendas y canonjías de aquellas iglesias catedrales. Mas, en cuanto a los
que conviene, se dispensen estas mercedes y prebendas; parece se destinan ya
para servirlas aquellos presbíteros que sobre otros méritos tengan el de haber
sido curas mucho tiempo.
Pero no pudiera aquietar mi conciencia sin manifestar también, en
este particular a Vuestra Señoría Ilustrísima, haber sabido de algunos, que si
habían sido curas muchos años, había otros tantos que no curaban ni ejercían
sus deberes pastorales. Que se hagan las mercedes de las prebendas a los pá-
rrocos o doctrineros, que habiendo cumplido exactamente con las precisas
obligaciones de Curas de Almas mucho tiempo, se hallan cansados, sin espe-
cial premio y acaso enfermos e imposibilitados a la residencia formal en sus
parroquias, siempre se juzgará bien acordado, muy equitativo, justo, y muy
conforme a la disciplina canónica. Mas en este caso, según mi tal cual juicio
de experiencia, no se deben éstos premiar con raciones, ni medias raciones,
que en algunas Catedrales serán en realidad de hambre, sino con dignidades o
canonicatos, cuyas obligaciones se cumplen con algún más descanso, por ser
menos laboriosas. Fuera de esto, si algunos curas han sido verdaderos pasto-
res, y muy útiles a sus feligreses, no fuera extraño, antes muy provechoso al
bien y felicidad de muchos, y a la salvación de ellos mismos, el que premiados
de otro modo permanecieran en sus destinos parroquiales, hasta morir en el
puesto, como fieles ministros y soldados de Jesucristo; pues lo contrario, infie-
re muchas veces, la desgracia de aquellos hijos, que en vida de sus padres que
los criaron y educaron bien, son entregados a otros padrastros, que ni cuidan
de la misma educación, ni aún le dan siquiera de comer. Pero, de ascender a
dichos curas a los coros canonicales, no parece conveniente sea en prebendas
inferiores.
¿Dónde hay valor eclesiástico, Ilustrísimo Padre, para ver desfigurada
toda la hermosura de la Hija de Sión, o todo el concierto y decoro de las igle-
sias catedrales de Indias, que debían hacer gloria de emular a las de España, en
la majestad y solemnidad de las funciones de altar y coro, en el orden, armonía
y concierto de las sagradas ceremonias, en el género de canto, pausa, seriedad
y distribución del rezo de la Divina Salmodia; y que deben servir de norma
y ejemplar por donde se gobernasen y modelasen las iglesias parroquiales, y
aun las monasteriales, con la inagilidad y pesadez de los mismos ministros
de segundo o tercera clase; con su ninguna instrucción en el canto llano o
gregoriano, que es el que debe estar en su punto en las catedrales, (y cuya
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