Page 453 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
necesarias para el ministerio, por la contrariedad de climas, temperamentos
y complexiones; y digo no ser necesario que sean grandes teólogos, ni juris-
consultos; porque de lo primero sabemos por experiencia, que basta poco,
como abunden las otras buenas prendas que dejo insinuadas, para el gobierno
espiritual de aquella cristiandad.
Y por lo perteneciente al Fuero contencioso, lo pueden encargar o de-
legar muy bien a los Provisores o Vicarios Episcopales que elijan, pues los hay
en las más de las Diócesis hábiles y facultativos en el derecho de los Pontífices
y de los Césares; con tal que así a éstos, como a los Fiscales, Secretarios de
Cámara y Notarios Eclesiásticos, asignen los prelados de sus mismas rentas
(puesto están en aquellas partes, muy bien rentadas las Mitras), el salario u
honorario correspondiente, para que juzguen los pleitos, concedan lo indis-
pensable, den los títulos de Ordenes, Curatos y Vicarias, y las Licencias de
celebrar, confesar, etc. todo gratis, como lo ordena el Santo Concilio de Trento;
sin que sobre esto se les deba admitir alegación en contrario, porque fueran
de ser ésta una obligación, tienen ejemplares conformes en los mencionados
dignos prelados, don Manuel Abad Illana, don Manuel Antonio de la Torre, y
el actual ejemplarísimo Reverendo Arzobispo de La Plata, don Fray José An-
tonio de San Alberto, a todos los cuales tuve el estimable honor de tratar, y el
gusto de verles poner en práctica este deber tan canonizado.
Pero me resta hacer presente a Vuestra Señoría Ilustrísima, sobre mi
conciencia y honor que en el referido asunto de la propuesta elección de pre-
lados en los sujetos establecidos ya o naturales de América no discurro, con
toda mi experiencia, medio alguno de evitar el escollo de los informes o si-
niestros o sobreexcesivos que navegan de allá para acá, acerca de las prendas,
méritos y circunstancias que supone, acaso por particulares respetos o inte-
reses, en los que desean recaiga dicha elección. Puedo decir sin exageración
a Vuestra Señoría Ilustrísima, supe que algunos eran, no sólo abultados, sino
de puro bulto. Como no se esté a lo que Su Majestad ha mandado dar, cada
quinquenio, sino me engaño, a los mismos Obispos de aquellas partes, de la
conducta, circunstancia y mérito de todos los clérigos súbditos; y que se esté
solamente a dicho informe episcopal, no alcanzó cómo se pueda discernir en-
tre lepra y lepra. Quédame sin embargo el consuelo, de que a la alta sabiduría,
seria circunspección, penetración y prudencia de su Real Supremo Consejo y
Cámara de Indias, no se ocultará el medio más oportuno, así para consultar a
Su Majestad, sujetos de obtener dignamente las Mitras, como de las mercedes,
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