Page 414 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen  1
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            vagarían por umbrales sin tener a quien revolver los ojos? ¿Cuántos de graves
            obligaciones, de mujer e hijos, mendigarían buscando amparo, sin poder en-
            contrar, aún a costa de tanta fatiga? Diga el quien ha pasado los rigores del al-
            zamiento, que como éste es el enfermo que adolece, podrá con vivas lágrimas
            explicar sus dolorosos sentimientos y males. ¡Oh, dichoso y feliz día! ¡Oh, día
            glorioso de la reconciliación! Quién pudiera esculpirte en su pecho, en lámi-
            nas de bronce; con letras de oro perpetuar tu memoria para nunca olvidarte;
            porque, con tu felicidad y dicha, se han abierto las gloriosas puertas del Paraí-
            so Terrenal; se han conservado tantas vidas y puéstose a salvo tantas almas.
            Bendiga Dios millones de veces, y remunere con las mayores prosperidades al
            que fué el origen de sus dichas; sus trabajos y fatigas sean en descuento de sus
            manchas; sea al fin su buen obrar y mejor deseo escala segura de su salvación.
                    Publicado que fué el indulto y abiertos los caminos, sin más auxilio
            que su ansia, sin más socorro que su misma necesidad, cogieron su derrota a
            sus países, tan llorosos de alegres. Bien sabían que con el desengaño toparían,
            o ya porque zafaron desnudos, interin que quemaban sus casas y bienes, o ya
            por noticias que adquirían; pero con todo, con el deseo de volver a ver su tie-
            rra y moradas,  con sus padres, madres, mujeres, hijos y favorecidos, corrían
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            por los caminos. Muchos volvieron, del modo posíble, a disfrutar la benigni-
            dad de sus países, comodidades y utensilios, volviendo a echar a sus hombros,
            como una oveja perdida, sus pasos remanientes, olvidando aún lo que en su
            peregrinación habían conseguido. Volveríanse a juntar los padres, las madres,
            los hijos, parientes y amigos, a llorarse, festejarse tan alegres y gustosos, des-
            pués de haberse contado entre los muertos, los unos y los otros.
                    Aseguro a Vuestra Señoría Ilustrísima, según he visto en varias par-
            tes, que los labios no articulaban, la lengua se trababa, y sólo los ojos con sus
            lágrimas y los brazos con sus acciones tenían mejores elocuencias, decían sus
            sentimientos de lo que encerraban sus corazones. He visto en los caminos a
            personas, de alta fortuna y buenos pañales, partirse a la apostólica, sin más re-
            poste que sus lágrimas, pero con los más vivos deseos de avanzar los caminos,
            cumpliendo o por necesidad, o por consuelo, lo que el Señor en otra ocasión

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            207. Muchos que se venian derrotados, viendo lo que los indios habían destrozado en bienes permanentes y muebles, avisaban a otros
            que se habían adelantado, pero con todo se iban. Y cuando llegaban a sus casas y fincas, y como nada hallaban, se agarraban de las
            paredes a gritos, y lloraban. Muchos han muerto de pesar, y varios acomodados andan peregrinando. [nota del autor]




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