Page 411 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            entonces a conocer la grande caridad que su Excelencia (el Virrey), en nombre
            de Su Majestad, había usado con ellos al concederles el Indulto General, de
            perdón y restitución de sus bienes, a petición suya, sin que lo merezcan, por
            sus excesos execrables, sacrílegios y abominables, ante los ojos de Dios y de los
            hombres, que debiendo ser todos el amago insaciable del cuchillo, quedan hoy
            con vida, no para reincidir y frustrar la Real Palabra, que de sí es invariable,
            sino para enmendarse, llorar y vivir arrepentidos de sus pecados; que sepan
            que el Señor Don Carlos III, nuestro actual Monarca y Señor, es poderoso
            para poderlos castigar, o perdonar; también Dios, como bien saben, es muy
            poderoso para premiar, o condenar a los infiernos a los que no saben hacer
            penitencia de sus pecados; y que con su mayor empeño, saben temer al que
            sabe condenar al hombre en cuerpo y alma; porque de la otra vida no se ha de
            volver; que tengan a los ojos como la mano de Dios y del Rey están muy le-
            vantadas a todas horas, para consumirlos en un rato a fuego y sangre, si acaso
            reincidieran (lo que Dios no permita); que se vuelvan a sus pueblos, sirvan,
            veneren y den obediencia filial a sus párrocos y demás sacerdotes; que vuelvan
            a reconciliarse con los españoles, atendiéndoles y sirviéndolos cariñosos.
                    Finalmente, que procuren tener una vida muy reformada y ejemplar,
            en descuento de la muy desordenada y escandalosa que habían tenido sus no
            imaginables hechos. Estas y otras persuasivas razones explicarían la dulzura
            y grandeza de Vuestra Señoría Ilustrísima, mirándose entre ellos, al mismo
            paso, frondoso árbol o palma real, muy fecunda de sazonados dátiles de hala-
            gos y consejos, trastornándose ellos, al toque de penetrantes voces, retoños de
            olivos de esperanzas, o que daban esperanzas de convertidos, con sus arrepen-
            timientos, para gozarse favorecidos alrededor de la masa caritativa de Vuestra
            Señoría Ilustrísima; parece que lo vió David, cuando dijo: Filii tui sicut novelle
            olivarum in circuito mense tua. Así son dulcemente perdonados, los que con
            humildad temen al Rey, y en él a Dios: ecce sic benedicetur homo qui timet
            Dominum.
                    Estos son, Ilustrísimo Señor, aquellas ovejas perdidas, que después de
            haber desperdiciado infinitos amagos de duro estallido de la honra; que des-
            pués de haber llenado uno y otro monte de ecos, repetidos a la blanda voz de
            sus silvas, han vuelto, que aunque los unos ocuparon sus pastorales hombros,
            y le faltaba hombros para sostener a otros, suplieron los inmensos senos de su
            benigno pecho.





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