Page 409 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
P. 409

Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            nuestro actual y amabilísimo Monarca, ha tenido y tiene su mejor lugar en el
            Real Trono de España?
                    Mandaron al famoso y aventajado pintor Timantes que delinease con
            las más vivas expresiones de colores y mejores realces; echó pues todo el resto
            de sus ideas, dió incendios los más vivos y nuevos al fuego, expresó, en fin,
            cuanto pudo, los afectos, sentimientos y demás demostraciones de dolor de
            sus más apasionados parientes y favorecidos de sus amores, para con aquella
            tierna hermosura; llegó a pintar las inexplicables lágrimas de sus padres; aquí
            acabaron los agudos ingenios de su arte; pero industrioso, apeló al arte de sus
            ingenios agudos, bien los pintó llorando, pero sus rostros cubiertos con un
            lienzo, para que aunque se vean las lágrimas, queden inexplicables los sen-
            timientos y demostraciones paternales, y cubrió de sombras lo que no le fué
            posible pintar.
                    En ninguna ocasión, más bien que ahora, deseara mi tosca pluma,
            imitar a los Gerónimos, Ambrosios y Gregorios; y mi ruda lengua obtener la
            áurea elocuencia de un Demóstenes, la dulzura de un Bernardo y la profun-
            didad de un Agustino, para saber con vivos goces expresar las alegrías, los go-
            zos y júbilos indecibles que exhalaron el amoroso corazón de Vuestra Señoría
            Ilustrísima (con la restitución) y de los Rebeldes convertidos; serán mis ojos
            los mejores panegíricos, explicando de puro gozo con su llanto las alegrías;
            porque, a veces, dicen más bien los ojos que las voces. Bien, diré lo que pasó
            en este día, y como se echaron a los pies de Vuestra Señoría Ilustrísima, se ava-
            lanzaron al sagrado de su benignidad; mas no podré decir, ni dar vivos colores
            al pasaje de este feliz día. Bien, pintaré  -otro que Timantes- los vítores: ¡Viva
            el Señor Don Carlos III, viva!, que al compás y armonioso concierto de tanta
            fusilería y cañones, dieron más de diez mil hombres que acampados asistían;
            mas no diré las lágrimas de Vuestra Señoría Ilustrísima, gozos, parabienes
            y festejos, que también tuvieron tantos miles de hombres de ver abiertas las
            puertas del Paraíso Terrenal, de sus eficaces deseos de no ver ya la hora de
            partirse a sus amadas patrias, y juntarse con los suyos; diré al fin lo que podré
            decir, mas cubriré, con el discreto lienzo de mi silencio y humildad, lo que no
            podré decir.
                    Salió, pues, Vuestra Señoría Ilustrísima del Cuzco, compelido de su
            amor paternal, con vivos deseos de llegar cuanto más antes al real campo de
            Sicuani;  ni los caminos con sus cansancios, y las leguas con sus distancias,
                    202
            ni el tiempo con sus aguas, pudieron a Vuestra Señoría Ilustrísima ponerle



                                               408
   404   405   406   407   408   409   410   411   412   413   414