Page 314 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen  1
                                            Relación de la fundación de la Real Audiencia del Cuzco en 1788
                    Todo terminaba en clamores de regocijo, en vitores que se repetian, en
            vanderas que se tremolaban, en expansiones de ricos lienzos que las Señoras
            desde sus puestos sacudian; en golosinas, dulces, y confituras que se arrojaban
            a la plebe; en puñados de monedas de plata, de todas clases que con no avara
            mano se derramaban. De la Plaza se enderezaban todos a la casa del Alcalde
            Ordinario que era aquella tarde el del obsequio; y alli se daba principio a un
            esplendido refresco.
                    Como las casas del Cuzco son por lo general de bella estructura, las
            de las primeras familias se hazen más considerables en este mismo orden; y
            tales eran las de los dos Alcaldes. Patios espaciosos, y de un bello enlozado,
            escaleras elevadas y claras, corredores, galerias, azoteas, oficinas desahogadas,
            componian su exterior. El interior era de hermosas camaras, salas, salones,
            quadras, recamaras, estufas, adornadas de ventanas guarnecidas de cristales,
            balcones resguardados de pulidas celosias, artesones de dura y bien tallada
            madera en las techumbres. Su adorno se reducia a pomposas colgaduras, cor-
            tinas y antepuertas de los mas estimados texidos de seda, ó tapiceria fina, es-
            pejos de grandor desmedido, laminas de pincel exquisito con marqueria de
            plata ó de otra de esas materias curiosas en que se ceba tanto el luxo; muebles
            costosos, escritorios, escaparates llenos de raridades y miniaturas, comodas,
            bufetes, sillas, taburetes, canapés, sofás, tapetes, alfombras, almohadas de ter-
            ciopelo con el recamado de oro; lamparas ó arañas de cristal, o de filigrana en
            plata; camas en que se ostentaban los lienzos mas delicados, los encajes mas
            sutiles, las telas de mas valor, cujas y catres de talladura perfectisima, ó de
            cantoneras de bronze dorado. He aquí lo que descubria su grandeza, su como-
            didad, su ornato, su opulencia.
                    Al entrar en ellas ya se hallaban en la mas vistosa iluminacion. Bugias
            de la mas blanca cera del Norte, eran las que en candeleros y arañas de cristal
            ó de plata de particular realze en cornucopias, colunas y barandas, producían
            una inexhausta luz. Una sinfonia ó concierto de musica, en que sin confusion
            se mesclaban voces sonoras con instrumentos de todos géneros, hazia el mas
            ligero golpe de melodia a los oidos. Como uno de los Musicos oyese que cierta
            persona de las concurrentes estaba clandestinamente censurando tanta profu-
            sion, entonó esta letra:


                                      Aunque el Avaro allegue
                                            un mar de plata y oro



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