Page 311 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
primero, con su astucia el segundo, que al fin prevalecia. Caia el Toro, y rendia
con los ultimos mugidos una vida que tan esforzadamente habia defendido.
Entonces resonaba en las bocas de todos la victoria del Matador. Que placer
para el victorioso! que regocijo en el concurso! que nuevos impulsos de infeliz
honor a los que habian de repetir semejantes duelos! Muchas veces se obtenia
esta victoria con mas loa en Toros nada debilitados.
Muerto el bruto salian al momento quatro mulas costosamente vesti-
das de albardas de vivos colores, de gallardetes, y follages, con gruesos cence-
rros, cascabeles, y otras sonajas; instrumentos de la bronca musica que alhaga
los oidos de los Profesores de carga. Quatro robustos Jayanes las seguian, agi-
taban, y apuraban hasta el ultimo punto de su velocidad, con los chasquidos
de los latigos que sacudian. Ataban entonces el tosco cadaver que ya no era
sino embarazo, y bulto de desagrado en la Plaza, y lo extrahian, seguido de
innumerable canalla, que iba a buscar en la reparticion de la carne de la de-
belada bestia, su pitanza. Veo la languidez de mi descripcion, y voi a pedirla
prestada de quien la hara con suma elegencia.
Nec mora purpureis phaleratae torquibus adsunt
Tinnula quasantes colla crepitacula mulae
Tergeminae, socio copulant quas mutua nexu
Lora pares, totidem Tirio quas murice culti
Compellunt Juvenes. Ollis cervice revinctum
Aerisonos inter fremitus, et dira sequentum
Verbera terrificum, vel adhuc post fata cadaver
Purpureo longos designans tramite sulcos
Claraque magnifici linquens vestigia laeti
Per mediam effraeni cursu raptatur arenam:
Qualis Achillei quondam ambitiosa triumphi
Víctima quadrijugis raptatus curribus Hector
Moenia sanguineo Trojana cadavere verrit
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Reiterados en muchos lances estos ataques, era ya preciso variarlos
para empeñar mas la atencion de los espectadores. Uno de los mas indomitos
brutos que depositaba el Toril era obligado a enjaezarse ridiculamente, a su-
jetar la media luna de sus puntas, no ya al yugo sino a la xaquima y al freno,
y a hazer oficios de caballo, a pesar de la indocilidad genial de su naturaleza.
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