Page 308 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen  1
                                            Relación de la fundación de la Real Audiencia del Cuzco en 1788
            que hazen respetable la fiereza, para pedir despues a eleccion los brutos que
            mas notables se hicieron en este primer alarde de las corridas. En estas lides
            matutinas tenian mas lugar y desempeño los Toreadores de a caballo. Des-
            prendida una de estas Fieras del Toril en que la acompañaban sus semejantes,
            por una estrecha cruxia en que se le maltrata, con clamores desordenados, con
            golpes, contusiones, y heridas, sale escoltada de sola su horrura á dominar el
            espacioso Circo. La copia de obgetos insolitos, que le van de tropel a la ima-
            ginativa, la diversidad de colores que le invaden la vista, la sonora confusion
            de instrumentos, voces, sonidos destemplados, y ronco zumbido del aire que
            sacudido por todas partes, le pulsa el oido, el hallarse sin acogida de individuo
            de su especie que le pueda ofrecer ó seguridad de asilo, ó igualdad de destino;
            conmueve su indignacion, llama su fuerza, entumece su rabia, aguza sus pun-
            tas, erige su cerviz, engrie su brio, inflama sus ojos, cubre de espuma su boca,
            y trae auxiliar a toda su sevicia.
                    En este estado la provoca á combate, caballero y armado el campeón
            de esta contienda; le opone los acalorados espiritus que encienden al caballo
            que monta, que rige, que conmueve, que impele: vibra una fuerte lanza con
            que le amenaza; se le acerca, le dá voces, la rodea en tono de mofarla: la hace
            percibir que desprecia su vigor, que no lo acobarda su cornigera frente: que
            va a obtener una plausible victoria de su ferocidad. La Fiera con su abrazado
            y denso aliento, tupe la atmosfera; vomita fuego, encrespa el cerviguillo, se es-
            trecha, se dilata, se avanza, se detiene; y en esta como peristaltica conmocion,
            hiere la tierra, levanta nubes de polvo que obscurecen el circuito, reune toda
            su irresistible fuerza; atropella temores, rompe dudas, y ya sin mas consulta
            que la de su furor, acomete al que la irrita, y redobla su irritacion al ver la
            impotencia de su esfuerzo. Se halla sin el que la insultaba, que le huyo diestra-
            mente el caballo y el cuerpo: ve que se desvanecen en el aire sus iras: ve que se
            le repiten iguales insultos, y que en ninguno logra exito feliz su enojo. Empeña
            entonces mas y mas sus fuegos; hasta que hecha victima de la destreza del
            competidor, sale herida, sangrienta, debilitada, postrada, y muerta.
                    Se repitieron en otros Toros estas admirables escenas, mientras venia
            el termino perentorio de este rato. Entonces todos se retiraban a preparar nue-
            vas ansias de ver lo que habia de dar el Circo en la tarde que ya no distaba.
            Nadie se acuerda que esta es la hora de la mesa; y todos la dexarian desierta, si
            la Lid propagara su duracion; pero es preciso ceder al intervalo que media. Se
            come sin hallar gusto en los manjares: parecen interminables las pocas horas



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