Page 623 - Debate Constitucional 1993 - Tomo II
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Señor Presidente, mucho se ha dicho hoy día so-  petan tampoco la existencia misma de la socie-
                  bre los problemas de la pena de muerte. El tiem-  dad organizada, y se han puesto en contra de ella
                  po es breve, y solamente quiero terminar dicien-  con todos sus argumentos y con todos sus mate-
                  do que no podemos llamar deshumanizante el  riales y con todas sus fuerzas.
                  aplicar legalmente la pena de muerte. No se pue-
                  de llamar cultura de la violencia a la pena de  Señor Presidente, Dios nos da la vida, está bien;
                  muerte. No se puede comparar el entrenamien-  pero Dios también da normas para que podamos
                  to de los niños senderistas con la decisión pensa-  vivir de acuerdo a nuestra dignidad, y una de esas
                  da y difícil de jueces probos.              normas exige que podamos vivir en paz, que se
                                                              nos respete nuestra integridad personal. Por eso
                  Hay que enseñar contra quiénes y por qué se  considero necesario, cuando existen condiciones
                  aplica la pena de muerte; así nuestra sociedad  como en las que estamos viviendo, que no olvi-
                  podrá establecer las diferencias y entenderá lo  demos el contexto en que nos encontramos. Cuan-
                  que es una real cultura de paz.             do alguien nos diga que el mundo avanza hacia
                                                              la eliminación de la pena de muerte, debemos
                  El ideal sería hacer un mundo para nuestros hi-  decirle: "Avanzará, porque están avanzando en
                  jos; pero como esto es muy difícil, quizás imposi-  algunas sociedades a situaciones en que no nos
                  ble, debemos formar a nuestros hijos para el  encontramos nosotros". Nosotros hemos regre-
                  mundo en que les tocará vivir. Es un mundo difí-  sado a una situación de casi barbarie, en la que
                  cil, duro, complicado, donde no se pueden seguir  algunos han considerado que podían imponer sus
                  aceptando los asesinatos genocidas sin un casti-  ideas por la fuerza, y ésa es nuestra situación
                  go muy severo, el más severo. Y nuestra juven-  real. Y para esa situación real debemos encon-
                  tud deberá saberlo y nosotros deberemos decír-  trar soluciones reales y propias.
                  selo. Nuestra juventud, nuestros hijos, deberán
                  saber que fue difícil para sus padres tomar esta  Que no nos vengan de otros países, en los que sí
                  decisión hoy día, pero que se hizo en defensa de  se consideran con derecho a imponer la pena de
                  nuestro país y en defensa de ellos mismos.  muerte, con el argumento de que nosotros no
                                                              podemos aplicarla; cuando sólo basta un caso de
                  Gracias, señor Presidente.                  terrorismo, como ha sucedido en los Estados
                                                              Unidos, en que —por un solo caso de terrorismo
                  El señor PRESIDENTE.— Doctora Chávez        que ha costado la vida de seis personas— ya hay
                  Cossío, puede hacer uso de la palabra.      una ley aprobada en el Senado por la cual se aplica
                                                              la pena de muerte.
                  La señorita CHÁVEZ COSSÍO (NM-C90).—
                  Señor Presidente: Voy a referirme exclusivamen-  Los Estados Unidos no son firmantes del Conve-
                  te al caso de pena de muerte por terrorismo, por-  nio de San José. Sin embargo, nadie se ha atrevi-
                  que creo que esa causal es la que ha determina-  do, menos aún las organizaciones que dicen de-
                  do tanta controversia.                      fender los derechos humanos, a decir que en los
                                                              Estados Unidos, como creo que no sucede, exista
                  Debo decir, en primer lugar, que éste es un tema  una política de Estado en contra de los derechos
                  en que cada persona, en razón de la libertad de  humanos.
                  conciencia, tiene la posibilidad de optar por apo-
                  yar la pena de muerte o por no hacerlo. Eso no la  Por eso es que no aceptamos tampoco la presión
                  hace menos o más persona. En este tema, a los  indebida de que nos digan que si nos apartamos
                  católicos y cristianos se nos ha dejado absoluta  del Convenio de San José, vamos a quedar mal
                  libertad. Y debemos ser muy precisos en aclarar  ante los ojos del mundo, vamos a ser considera-
                  a aquellos que pretenden intimidar o chantajear  dos un país de barbarie. No es así. Países que
                  con la excusa de los dogmas de fe, católicos o cris-  son considerados cuna y ejemplo de democracia,
                  tianos, para no optar por la pena de muerte.  no han suscrito el Convenio de San José.
                  Soy católica, creyente, practicante y opto por la  Yo me pregunto, ¿es que acaso valen más los re-
                  pena de muerte porque, precisamente, defiendo  cursos económicos? ¿Vale más la presión econó-
                  el derecho no solamente a mi vida, sino el dere-  mica que la cuestión de fondo, que es el real res-
                  cho a la vida de todas las personas que están a  peto a los derechos humanos? Creo que esto últi-
                  mi lado; y porque creo que la sociedad debe to-  mo vale más, y no las presiones que se puedan
                  mar medidas extremas de autoprotección, de le-  hacer.
                  gítima defensa, frente a aquellos que no solamen-
                  te no creen en su propio derecho a la vida, sino  No aceptamos, por eso, que a nosotros nos ven-
                  que no lo respetan en los demás; y no solamente  gan a imponer soluciones que no solamente no
                  no respetan la vida de los otros, sino que no res-  se ajustan a nuestra realidad, sino que no son



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