Page 614 - Debate Constitucional 1993 - Tomo II
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Por mi fe cristiana y por convicción personal, he pronunciado una sentencia de muerte o quienes
superado el odio, el resentimiento, el rencor, y hayan ayudado voluntariamente a aplicar la pena
por ello no estoy a favor de la pena de muerte. capital.
Gracias, señor Presidente. La Iglesia, en síntesis, aborrece el derramamiento
de sangre. Repitiendo las palabras de la homilía
Reasume la Presidencia el señor Jaime de este 28 de julio, debemos clamar porque no se
Yoshiyama, durante la anterior interven- arrastre al país a una cultura de muerte.
ción.
Obviamente, Presidente, yo no hablo en nombre
El señor PRESIDENTE. Tiene la palabra el de la Iglesia, pero a los obispos y los ciudadanos
doctor Bedoya de Vivanco. que me han escrito, les digo que aquí hablo en
nombre de ellos y en nombre de mi conciencia.
El señor BEDOYA DE VIVANCO (PPC). Hablo en nombre de los cristianos que repugnan
Señor Presidente: He tratado de sintetizar mi la violencia y buscan la reconciliación.
pensamiento en dos hojas que he escrito para ser
más concreto, a las que, contrariamente a lo que Reconozco que frente a tantos crímenes que he-
es mi costumbre, voy a dar lectura. Por eso rue- mos contemplado, no es extraño que surja el gri-
go que, si me excediera de los cinco minutos, tu- to de pena de muerte como respuesta instintiva
viera benevolencia. de quien ha experimentado el temor, o peor aún,
quien ha experimentado el dolor ante la pérdida
Señor Presidente, soy socialcristiano. A esa for- de un ser querido.
mación responden mis creencias. Sin embargo,
el tema de la pena de muerte no es problema de Pero la pena de muerte responde a un sentimien-
doctrina como explicaré más adelante sino to de venganza y de exterminio, más que de jus-
de conciencia. ticia, que quiere combatir el terror con el terror,
la violencia con la violencia. La pena de muerte
Se ha dicho acá que la Iglesia es favorable a la no intimida ni repara los efectos del delito. No
pena de muerte, y eso no es cierto. Convengo en existe Estado en el mundo en el que pueda de-
que la Iglesia no prohíbe la pena de muerte, pero mostrarse que la abolición de la pena de muerte
no la promueve. La Iglesia nos enseña a buscar haya producido aumento de los delitos graves ni
la conversión y no la venganza, a elevar el espíri- que la implantación de la misma haya originado
tu con los sentimientos más nobles y no a fomen- disminución del delito.
tar las bajas pasiones, el odio, la falta de miseri-
cordia. ¿Acaso la cadena perpetua no es una forma de
condenar a morir en la cárcel? Es cierto que si a
En la Biblia no solamente está el episodio de Caín, los criminales se les diera a escoger entre la pena
a quien Dios marca para que no lo maten a pesar de muerte o la cadena perpetua, escogerían la
de haber matado él a Abel, también está el de la última. Y ello es lógico, porque siempre cabe la
mujer adúltera, quien debía ser muerta a pedra- reconciliación con uno mismo, con su propia con-
das en cumplimiento de la ley y a quien Cristo ciencia y hasta con la sociedad.
perdona.
¿Acaso no hemos visto hace apenas tres días des-
Si bien el catecismo no condena la aplicación de filar a terroristas arrepentidos convertidos aho-
la pena de muerte, precisa sin embargo que "si ra en guardianes del orden? La tradición perua-
los medios incruentos bastan para defender las na es contraria a la pena de muerte. A pesar de
vidas humanas contra el agresor y para proteger que la Constitución de 1933 autorizó la pena de
de él el orden público y la seguridad de las perso- muerte por traición a la patria, homicidio califi-
nas, en tal caso la autoridad se limitará a em- cado y los demás casos que señalaba la ley, la
plear sólo esos medios, porque ellos correspon- población todavía recuerda consternada los cua-
den mejor a las condiciones concretas del bien tro casos en que se aplicó la pena de muerte.
común y son más conformes con la dignidad de
la persona humana". Catecismo número 2267, al La tendencia en el mundo es abolicionista. 52
que no dio lectura Rafael Rey. países la han abolido definitivamente. Otros 16
la reservan para crímenes excepcionales. 20 paí-
Ya desde 1969, el Vaticano, como Estado inde- ses más no la han aplicado en los últimos 15 años.
pendiente, abolió la pena de muerte. Mucho an- En total, 98 Estados no contemplan la pena de
tes, en el Derecho Canónico, se dispuso que no muerte. Antes de 1976, los países abolicionistas
podría ordenarse de sacerdote el juez que haya eran sólo 29.
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