Page 39 - Padres de la Patria
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la había privado Alejandro, que hasta el día con insulto de la humanidad sigue
                  llamándose Magno, fue tal el regocijo del pueblo y tan esforzado el clamor del
                  placer, que herido el aire por las voces de la multitud enajenada, roto el equilibrio
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                  del elemento en que se sostenían las aves, cayeron precipitadas a tierra . Pero
                  cuando  V. E. nos anunció nuestra libertad con la majestad de su carácter y de la
                  misma embajada, absortos en nuestra felicidad, nos encantamos con ella y con
                  el paraninfo que nos traía la nueva tan suspirada.

                  ¿Qué  virtud  es  ésta  que  destruye  y  edifica  al  mismo  tiempo?  Cuando    V.  E.
                  derriba sin derramar una gota de sangre el muro de la España, construye en el
                  momento sin fatiga el de la América. Erección de ministerios y tribunales, decoro
                  de la policía, extinción de tributos, libertad de los Vernas, institución del gobierno
                  provisorio, paso franco del honor a todas las clases del Estado, nuevas órdenes
                  de la patria, fomento de la pública ilustración, libre comercio... ¡Cuánto, cuánto
                  en  tan  cortos  instantes!  Y  sobre  todo,  ver  aproximarse  al  ejército  enemigo,
                  después  de  su  precipitada  fuga,  que  reconcentrando  sus  fuerzas  regresaba  a
                  recobrar  la  ciudad  que  había  desamparado,  dejar  entrar  a  sus  jefes  a  la
                  fortaleza, inspirarles la mayor confianza por la ocultación de nuestras tropas y
                  presentarse éstas súbitamente en toda la pompa marcial y con la dignidad de
                  guerreros  libres,  y  con  sólo  su  presencia  aterrarse  los  opresores,  fugar
                  desesperados  y  rendirse  los  castillos  sin  dispararse  otros  tiros  que  los  de  las
                  salvas al enarbolarse en sus torreones las banderas de la patria... ¡Qué sucesos!
                  ¡Qué  prodigios!    Más  fácil  es  enumerarlos  que  engrandecerlos.  Quede  este
                  acopio  a  la  posterioridad,  siendo  hoy  toda  alabanza  inferior  a  los  hechos  y
                                                                                         34
                  expuesta  a  oscurecerse  por  el  esplendor  de  los  hechos  mismos .  Quede  tan
                  gran caudal a los Homeros y Virgilios, a los Osianes y Tasos, que producirá el
                  nuevo mundo cuando ya coseche los frutos de su libertad, cuya semilla acaba de
                  arrojarse en sus campos. Pero ya arrebatado mi espíritu a esos tiempos felices,
                  escucha los cánticos acordes de las musas y los himnos fogosos de la gratitud
                  de los pueblos. Sabios que decoráis este Liceo y que derramáis la luz benéfica
                  de la ilustración, comunicando al espíritu el fuego divino, como el sol el material
                  a la naturaleza; vosotros a quienes es dado extender la vista hasta el horizonte
                  de lo futuro y escuchar los ecos de la posteridad más remota, abrid vuestros ojos
                  para ver y preparad vuestros oídos para oír lo que no ve ni oye el resto de los
                  hombres. Ved y oíd por todos ellos. ¿No véis ese árbol majestuoso, cuyas raíces
                  se  dilatan  por  las  regiones  del  Plata,  Chile  y  el  Perú,  bañado  por  mil  mares
                  dulces, que besan su planta con respeto y cuya copa se oculta entre las nubes?
                  ¿No véis que su sombra benéfica abriga a los poderosos y  humildes, y no véis
                  la risa y el placer en todos los que acogidos a ella publican su felicidad en sus
                  semblantes? Luces, industria, comercio, fraternidad y todas las virtudes son los
                  frutos que produce en todas las estaciones de su constante primavera. Ya no se
                  aproximan temblando los esposos a sus lechos temiendo hacer infelices a sus
                  hijos y los mismos esclavos bendicen el fruto de su amor, pues le miran libre de
                  la servidumbre y de la infamia: todo respira libertad y honor, y el nombre de la
                  patria  se  lee  unido  al  hijo  que  justamente  se  aclama  padre  de  ella.  Ved
                  sobreviviendo su memoria a la voracidad de los siglos, y vedle cultivando con
                  sola  su  fama  ese  árbol,  que  en  cada  instante  reverdece.  ¿Ya  habréis  visto  el


                  33  Plutarc. In vit. Quint. Flam.
                  34   Ddicent  hoec  plenius  futura  saecula..  Nunc  enim  caeteraarum  fulgore  virtutum  laus  ista
                  perstringitur. (Quintil. Insstitut. Lib. X, cap.I.).

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