Page 44 - Padres de la Patria
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En 1802 decía Mr. de Pradt: las grandes colonias de la España, no están ya en
la cuna, sino en plena virilidad, en sí mismas y con relación a su Metrópoli.
Existe en ellas una población numerosa y esclarecida para bastarse a sí misma.
Ellas tienen en propiedad todo lo material y moral para lograr su independencia
¿Se cree que falte entre ellas hombres capaces de conocer sus fuerzas y
apreciar sus ventajas, y de buscar la ocasión de aprovecharlas? Un pueblo no es
libre porque quiere serlo, sino porque puede serlo. Cierta cantidad de hombres
examinan todas las relaciones de su situación, las estudian y gradúan según el
tiempo y circunstancias que saben aprovechar, y hacen un pueblo libre
continuamente sin él, y a las veces a su pesar. Fue así libertada la América del
Norte. No giró su emancipación sobre la voluntad del pueblo, sino sobre las
meditaciones de Franklin, Washington, Adan...
El suceso ha coronado las vistas políticas de ese sabio filantrópico Puyrredon.
San Martín, Bolívar, Iturbide ¡Oh libertadores y padres de la patria! Con vuestras
virtudes, vuestras meditaciones, y proezas verdaderamente heroicas habéis
destruido el trono de Fernando, y dado al nuevo mundo, ser, vida y existencia
política. Vosotros sois esos grandes genios que deseaba la humanidad para
romper los grillos de la América. Lo habéis conseguido, pero vuestra obra no
seria perfecta si concentrados en vuestros respectivos territorios desatendieseis
el bien general de los americanos.
Cuando los pueblos de la Grecia comenzaron a formarse en repúblicas, se
unieron con los vínculos más sagrados entre sí y contra la tiranía. Siguieron a su
vez este ejemplo los cantones suizos, las provincias de Flandes y de Holanda, y
las de Norte América. Siendo una máxima invariable entre los tiranos, dividir
hasta dominar; sólo la reunión puede contener el torrente impetuoso de la
tiranía.
Nuestra lucha sagrada con la España aún no ha fenecido. La proscripción que
acaba de vibrar en el furor de su impotencia, comprende a todos y a cada uno de
los americanos. Algunos aventureros infestan nuestro territorio, esperando de la
suerte un feliz suceso y en el ínterin reducen a escombros el país desgraciado
que pisan.
Las circunstancias influyen de un modo diverso sobre la vida física que sobre la
política. El aumento del cuerpo es determinado de una manera general y fija. Al
contrario los Estados hallan en las circunstancias el conducto para una parte de
sus progresos. Tal circunstancia bien tomada puede darle un desenvolvimiento
inesperado y feliz. Tal puede causarle su desgracia e infelicidad. Así: es un
hecho que las circunstancias hacen que los gobiernos se inclinen a la libertad o
a la servidumbre.
Colocados en igual posición que los pueblos de la Grecia y provincias de Norte
América, el gobierno que elijamos no debe causar celos a los demás Estados
independientes, ni sembrar la menor división. Todos aspiramos a la libertad y no
podemos conseguirla, sino reuniéndonos contra el déspota común y sus
satélites. La más pequeña desavenencia causaría una ruptura desgraciada y
terrible en sus consecuencias. El Gobierno pues del Perú no debe ser otro, que
el que exijan sus necesidades y ventajas combinadas con las circunstancias,
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