Page 37 - Vida y Obra de Vizcardo Guzman - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de Juan Pablo Viscardo y Guzmán
                    Luego de las mencionadas cartas de 1781, Viscardo insiste en reitera-
            das oportunidades en presentar una sociedad estamental y corporativa. Para
            Viscardo, Hispanoamérica era una sociedad profundamente dividida en cua-
            tro partes: los criollos o españoles americanos, los mestizos, los indios y los
            españoles peninsulares. Las tres partes unidas en contra de la última y con-
            ducidos por los criollos. Sin embargo de esta escisión, Viscardo trata de pre-
            sentar esta sociedad a sus interlocutores ingleses como un todo equilibrado
            en torno a los criollos. Entonces, el todo político «no es integración racial, ni
            unidad esencial, sino yuxtaposición o coexistencia y, por consiguiente, rela-
            ción formal entre esas “clases”, “castas” o “razas” como las llama» (Maticorena
            en Varios autores 1999, t. II: 190). Más que la forja de una nación moderna, a
            Viscardo le preocupa la creación de una poderosa alianza interracial liderada
            por los españoles americanos o criollos capaz de expulsar a los españoles eu-
            ropeos con ayuda de los ingleses.
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                    Viscardo manifiesta abiertamente sus ideas de la superioridad de los
            criollos, de quienes fue su vocero (Pablo Macera en Varios autores 1999, t. II:
            269-272). En su Esbozo político sobre la situación actual de América española y
            sobre los medios de estrategia para facilitar su independencia (1792), Viscardo
            habla de los criollos como «el alma y el primer motor de las colonias españo-
            las (…) por la influencia decisiva que tienen sobre las otras clases» (Viscardo
            1998: 81). Los mestizos son considerados de manera positiva si se asemejan a
            los blancos y se alejan de los indios.
                    Estos últimos componen la otra parte del cuerpo social y se caracte-
            rizan por su posición subordinada en la sociedad como sirvientes y siervos a
            los que se debe proteger. Este sentimiento es recíproco pues los indios veneran
            a los criollos (sus Viracochas). Los negros también veneran a los criollos y
            odian a los chapetones (Viscardo 1998: 84-87). No debe, entonces, extrañar la
            conclusión a la que arriba en 1792 sobre el papel de los criollos de conductores
            de la lucha en contra de los chapetones: los criollos son ricos y respetables,
            «verdaderos amos del país». Del otro plado de la sociedad estaban los españo-
            les peninsulares. Odiados por todos debido a su rapacidad e insolencia, solo
            se mantenían por el «favor del gobierno» (Viscardo 1998: 87-88).
                    Por todo esto, no parece casualidad que cambie radicalmente de pare-
            cer en torno a la gran rebelión andina. Para empezar, en carta a lord Sydney
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            18. Raúl Palacios (1971: 50) no presenta asidero alguno cuando dice que el título españoles americanos
            debe «sin duda […] referirse a un frente único espiritual entre españoles y americanos que él suponía, y
            con toda razón, se daba en el Nuevo Mundo como fruto de tres siglos de vida en común».


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