Page 199 - Vida y Obra de Vizcardo Guzman - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
Vida y obra de Juan Pablo Viscardo y Guzmán
Nota: No die fratenno ex gesioto de’ quali si parla, dimorano in Massa
di Carrara; il maggiore d’etá, che é Anseimo, si é stabilito in matromonio con
una signora d’illustre nascita e suddita della serenissima signora duchessa di
Modena. Massa ecc.; e Paolo, ben inteso col fratello, essendo oltremodo con-
tento di conviver seco e con la cognata, cercano tutte le maniere onde assicu-
rarsi quanto puó esser loro derivato dall’eridità e patrimonio de’ loro maggiori
e quindi, con le debite cautele e regio permessi, farne un solido capitale nei
stati di Massa e Carrara.
Copia moderna en Comillas, Universidad Pontificia, en poder del P.
Constancio Eguía Ruiz.
(Traducción del documento anterior)
Memorial concerniente a los negocios de los hermanos Anselmo y
Pablo Viscardo de Guzmán, de la ciudad de Arequipa en el Perú, ex-jesuítas
seculares residente en Massa.
Don Gaspar Viscardo de Guzmán que murió en Maxes —de la dió-
cesis de Arequipa en el Perú— instituyó como ejecutor testamentario y tutor
de sus hijos el cura don Silvestro Viscardo de Guzmán, su hermano habiendo
hecho los mencionados hermanos ninguna división de los bienes el pre citado
don Silvestre continuó administrando la hacienda común por 15 años aproxi-
madamente, esto es hasta el año 1765 en que la ya mencionada hacienda fue
dividida en dos partes iguales; la primera mitad de valor de cincuentaidós mil
pesos más o menos, fue acordada al pre citado don Silvestro y la segunda a los
herederos del difunto don Gaspar.
Estos en número de siete hermanos (esto es cinco mujeres, dos de ellas
monjas y tres casadas y los dos precitados hermanos, Anselmo y Pablo jesuitas
que se encontraban en la ciudad de Cuzco) dividieron la hacienda de su padre
en partes iguales, habiendo sido los dos hermanos inducidos con artificio a
dar la procura necesaria a su hermano político, ahora difunto, don Manuele
Quixano — quien se encargó de administrar las partes de los dos ya citados
hermanos ausentes y de pagarles cada año los frutos al tiempo de su renuncia,
que nunca posteriormente siguió.
Desde entonces los dos hermanos no han tenido ninguna contestación
del resultado de la anunciada división, de manera que ignoran del todo el esta-
do de sus bienes, ni saben a quien pedir los frutos atrasados desde aquel tiempo
hasta hoy. Pues las cartas que después de nueve años de silencio recibieron del
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