Page 162 - Vida y Obra de Toribio Rodriguez de Mendoza - Vol-1
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Volumen  1
                                                   Debate sobre la devoción del Corazón María Santísima
            cabellos. Yo os saludo, hechizadores cabellos de María, rayos del sol místico,
            lineas del centro, y circunferencia de toda perfección criada, venas de oro de
            la mina de amor, y los que aprisionan á Dios, raíces del árbol de la vida, arro-
            yos de la fuente del paraíso, cuerda del arco de la caridad, redes para apresar
            á Jesús, y cazar á las almas. A las orejas. Yo os saludo, orejas escuchadoras de
            María, baylios de la princesa de los pobres, tribunales de sus súplicas, pública
            audiencia de los miserables, universidades de la sabiduría divina, generales
            acogidas de los pupilos, franco conducto por donde pasan los eslabones de
            nuestras cadenas engastadas de nuestras necesidades. Al vientre. Yo os saludo,
            milagroso vientre de María, oficina de los prodigios de Dios, arca de su alianza
            con los hombres, lecho nupcial de dos naturalezas corporales, que ha unido
            dos metales incombinables, monton de trigo rodeado de azucenas, esfera que
            ha transportado al sol aurora que ha producido el dia».
                    No se copian las demas salutaciones, porque la religión, el pudor y el
            buen sentido padecen demasiado con semejantes extravagancias. Estos son
            los amargos y envenenados frutos de la desordenada efervescencia de las de-
            vociones. Yo me abstengo de dar otras muestras de iguales delirios que abun-
            dan en los libros devocionarios.
                    Instruidos los pueblos en la diferencia del culto debido á Dios, y el
            que se dirige á la Virgen, y a los santos, y en que la invocación de estos no es
            parte esencial de la religión cristiana; estarán ménos expuestos á las supersti-
            ciones, y no confundirán lo voluntario y útil con lo necesario, que es cumplir
            con la ley santa de Dios. Diariamente observo, y leo en escritos de sacerdotes
            muy doctos, que uno de los principales abusos en el culto de los santos es una
            nimia confianza en ellos, de modo que casi olvidan á Dios y á Jesucristo, por
            quien recibimos todo bien de los padres dominicos Richard y Giraud, autores
            del diccionario universal de ciencias eclesiásticas se hacen esta misma pre-
            vención: y en quien mas se confia desordenadamente es en María santísima;
            y pienso (no sé si me engaño) que mientras mas se empeñan los sacerdotes
            en fomentar y aumentar las devociones indiscretas, y no contienen al pueblo
            dentro de los limites prescriptos por la iglesia, la ocasion de este, error es mas
            próxima. Nunca he aprobado (no sé si también me engaño), que en las grandes
            solemnidades de la Virgen y de los santos, esté expuesto el santísimo sacramen-
            to, que mas parece descubierto en obsequio del santo que se celebra, y para so-
            lemnizar la fiesta que para recibir nuestras adoraciones: y seguramente en tales
            dias en que se componen extraordinariamente las iglesias, se encienden muchas



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