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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de Toribio Rodríguez de Mendoza
            devocion á la Virgen Madre de Dios. Ninguno de estos AA. y otros mas que he
            recorrido dicen cosa que toque á la devocion del corazon de la santa Virgen.
            Esto me obliga á creer, que Pinamonti es el autor de esta devocion, la que no
            tuvo boga ni en Europa, ni en las Américas.
                    Oigo decir, que en la vida del jesuíta siervo de Dios Padre Mesía, se
            refiere que como confesor del Excmo. Señor Castelfuerte le inoculó como á
            su hijo espiritual esta devocion, y logró que se fundase una cofradía ó congre-
            gación de nobles en la casa profesa de los Desamparados de esta ciudad, baxo
            la invocación del Corazon de María Santísima. No he podido averiguar los
            años que duró esta congregación: muy regular es que concluido el gobierno de
            aquel Excmo. Señor Virrey, decayó y á poco se extinguió, y al fin se olvidó.
                    Mi hija Celsa, viva, y muy versada en el Año cristiano, me leyó lo que
            escribe el Padre Croiset, quien en el tomo 6. de las Dominicas, á la pag. 331,
            dice que en Francia y congregaciones del Corazon de María Santísima, y que
            la festividad se celebra por febrero, en virtud de una bula de Clemente IX. del
            año de 1668. Me embarazó esta objecion, no por su fuerza, sino por que yo
            no quería rebaxar en el concepto de mis hijas la estimación del Padre Croi-
            set. Solamente les dixe, que no todo lo que escriben en materias de hecho los
            piadosos y sabios es de una certidumbre que obligue á nuestro asenso: que
            pudo muy bien engañarse. Referíles varios casos, remitiéndome á los diálogos
            de S. Gregorio el Grande, á las obras de S. Gregorio Turonense, y otros que
            adoptaron muchas historias fabulosas. En verdad, Croiset era crédulo y poco
            crítico. Lo cierto es que en este punto se engañó, como lo haré ver en breve con
            evidencia.
                    El 2° fundamento es, que leyendo con mediana atención la introduc-
            ción á la obrita de Pinamonti, se advierte fácilmente que él es el fundador de
            esta devocion. Yo no expondré todas mis observaciones por no fastidiar; y así
            me limito á la siguiente. Al fin de la pág. 512 y siguientes; presenta el temor
            de que se le hagan dos objeciones contra su librito y su devocion. Tradúxose
            en español ese pequeño escrito, y se imprimió por 1ª vez en 1723. un año
            antes que viniese el Señor Castelfuerte. Teme pues el autor que parezcan de-
            masiado exageradas las alabanzas de la santa Virgen, y puedan perjudicar á
            las que son debidas á nuestro Señor Jesucristo. En verdad se amontonan tanto
            y tales hipérboles, que parece que se recogieron de las que á manos llenas se
            derramaron en la Mística Ciudad de Dios, y han repetido algunos defensores
            del Voto sanguinario. Mas yo no quiero meterme en honduras teológicas; mis



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