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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
Vida y obra de Toribio Rodríguez de Mendoza
velas y la música es mas teatral que la prescrita por reglamentos eclesiásticos
y digna del templo, la concurrencia es mas numerosa, y los afectos de piedad
terminan en el santo del dia.
Los curas poco pueden prometerse de los indios sus feligreses, habi-
tantes fuera de los pueblos, y envejecidos en la obscuridad de la ignorancia; sin
desesperar por esto del buen suceso de su vigilancia, y sobre todo del auxilio
del cielo. No presentan igual triste aspecto los párvulos y jóvenes, en quienes
reducidos á escuelas de primeras letras y de religión, se deben imprimir cono-
cimientos que les sirvan en todo el resto de sus dias, para el recto y ordenado
exercicio de la piedad.
Iguales esperanzas, y aun mas alegres, nos debemos prometer del mi-
nisterio apostolico de nuestros misioneros en la conversión de los indios in-
fieles, si al amor de la religión unen la correspondiente ilustración, y ponen en
obra el plan propuesto y executado por nuestro divino maestro, los apóstoles
y sus sucesores. Establecimiento de escuelas para enseñar el idioma castella-
no, y con él el estudio de la religión. El padre Ricardo Simón desea que los
misioneros sean médicos, y el justamente celebrado padre Mamaqui en una
dedicatoria al señor Benedicto XIV, cree conveniente que los jovenes teólogos
misioneros sean buenos filosofes y matemáticos. Todo esto es muy bueno, si
preside la caridad y anima todas las acciones de los misioneros, cuyas fatigas
y labores en la viña del señor fructificarán abundantemente baxo del ilustrado
zelo de nuestras juntas provinciales, en las que por este título deben ser ecle-
siásticos algunos individuos.
«Cuando quisiéramos desmenuzar mas estas cosas, y averiguarlas mas
en particular, resultarían muchas y varias questiones, que fuera necesario hen-
chir muchos mas libros de los que pide esta obra y el tiempo, el que no tene-
mos tan sobrado, que nos convenga detener en todas las dudas que nos pue-
den poner los ociosos y escrupulosos, que son mas prontos para preguntar,
que capaces para entender. Así S. Agustín en el cap. 1° del lib. 15 de la ciudad
de Dios, según la traducción de Antonio de Roys».
L. M.
Archivo P. Rubén Vargas Ugarte S. J., Lima
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