Page 152 - Vida y Obra de Toribio Rodriguez de Mendoza - Vol-1
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Volumen 1
Debate sobre la devoción del Corazón María Santísima
se extendió la preciosa y verdadera devocion del trisagio, quando hubo quien
idease trisagio de la Virgen; por eso dixe: despues del corazon de Jesús viene
el corazon de María.
Me han dicho igualmente que me han declarado criminal, porque he
calificado de indecoroso y nada honesto el pintar descubiertos los pechos de
la mas santa y honesta de las criaturas, de donde sale un chorro de leche á la
boca de ciertos santos. Mi indignación y escándalo en esta parte subsiste y
subsistirá hasta que no se me convenza de contrario.
No todo lo admirable y prodigioso que practican los santos, princi-
palmente las santas, pueden y deben ser objeto de nuestra imitación, y mucho
ménos servir al culto público. Las mugeres tienen la fantasía muy fogosa, y
dadas á la pura contemplación, se elevan hasta donde las arrebatan los vuelos
de su imaginación. Y en esto han tenido mucha parte los directores, que ha-
biéndose entregado exclusivamente, desde los siglos 9° y siguientes, al sentido
alegórico de las escrituras, y que establecida universalmente la teología esco-
lástica, se dedicáron con igual empeño á los conceptos y distinciones metafí-
sicas; criáron también la teología escolástico-mística de que hiciéron un arte
embarazoso y difícil, que ha servido para la dirección poco discreta en los
confesonarios.
Yo admiro la vida tan inocente como mortificada de nuestra patrona
Sta. Rosa, y los ingeniosos medios de que se sirvió para elevarse al último gra-
do de perfección. Nada prueba mejor esto, entre otras muchas cosas, que las
mortificaciones y oraciones conque formó su ajuar espiritual para obsequiarlo
al niño Jesús en su nacimiento. Con todo, no me parece que esta especie de
heroicidad de mortificarse con tales y tantos ayunos, y disciplinas tan pro-
longadas, con tantos millares de rosarios etc. deba proponerse por modelo de
imitación, y mucho ménos el que se pusiese esto en nuestros altares en signos
materiales de un juego de ajuar. Por que así como por su divina belleza es tan
amable la religión de Jesucristo; del mismo modo, por su augusta magestad
es muy grave y muy respetable: y en mí no hay capacidad bastante para con-
ciliar esa misma sencilla y augusta magestad con esas arbitrarias y menudas
prácticas y exercicios de virtud, sugeridos por la imaginación devotamente
encendida.
Todo lo que llevo expuesto hasta aquí, ha sido con el fin de aquietar y
satisfacer á los sencillos fieles, en quienes han sucitado escándalos con ocasion
de mi carta, tal vez los que nunca han sido devotos del corazon de María, pero
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