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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
Vida y obra de Toribio Rodríguez de Mendoza
En verdad, la divertida y graciosa historia de la vida y hechos de nues-
tro D. Quixote desterró la caballería andante, y los libros de tantos romances
fabulosos. La sátira menipéa acabó de desconcertar el fanatismo de la liga
religiosa, que puso en combustión á toda la Europa. Mucho se debió en la
reforma de nuestros púlpitos á las chufleras de la historia de Fr. Gerundio.
Las nunca bastante celebradas cartas de Pascal abriéron heridas mortales á
la moral laxa de los jesuítas. Es verdad que estas dos obras se condenaron, la
primera porque los cuerpos religiosos se creyeron ofendidos, y la segunda por
la prepotencia de los jesuítas; pero sin aprobarlas, solo recuerdo los buenos
frutos que causáron.
Si mi ánimo fuera hacer una completa apología del estilo-irónico e
irrisorio, tendría suficiente materia y documentos muy respetables que pro-
barían que no desdice del cristiano la zumba y la irricion: me detendría en
exponer los textos sagrados In interitu vestro ridebo, et subsannabo. Videbunt
justi, et timebunt, et super eum ridebunt. Innocens subsannabit eos. Pero no
puedo ménos que llamar la atención sobre aquella picante ironía con que Dios
humilló á nuestro padre Adán: Ecce Adam quasi unus ex nobis. En verdad que
ninguna expresión séria le hubiera herido mas vivamente que esta ironía. Ya
citamos ántes la que usó nuestro Redentor contra el orgulloso Nicodemus: tu
magister in Israel et haec ignoras? Tampoco faltarían apoyos en los santos PP.
no solo en los vehementes, como S. Gerónimo y Tertuliano, sino también en
el mansísimo S. Agustín contra ciertos religiosos del Africa. Finalmente, ¿por
qué escandalizarse tanto, quando la España ha visto por espacio de tres siglos
en los actos mas solemnes de religión irrisiones y mofas que no tienen seme-
janza, como son las aspas, sambenitos, llamas de fuego, demonios pintados, en
los terribles juicios de la inquisición que se llamaban autos de fé? Mas como el
tono irrisorio de que usé en mi carta, no fué efecto de un propósito meditado,
sino por pura ocasion de haber salido la primera cláusula chocarrera; no intento
vindicarme en esta parte, afligiéndome el que hubiese causado escándalo.
En este momento he sabido que también se me ha acusado de haber
querido desacreditar la devocion del corazon de Jesús, solo porque hice de
paso mención de ella, incomodado de cierta monería y superstición con que
muchos quieren acercar demasiado las criaturas á su criador. Desde mis tier-
nos años he oído decir entre la gente vulgar, que hay dos trinidades, una en
el cielo Padre, Hijo y Espíritu Santo; y otra en el suelo, Jesús, María y José:
profanando aquella augusta palabra en la aplicación á María y José. Apenas
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