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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de Toribio Rodríguez de Mendoza
            decisión de varios concilios, sino también por derecho divino? Faltando pues
            este requisito, subsisten mis fundamentos, los que continúo exponiendo.
                    Cité en mi carta la preciosa máxima de S. Agustín, de que toda devo-
            cion, por el hecho solo de ser nueva, es sospechosa: pensamiento que virtió á
            su modo S. Bernardo, y dixo: que la novedad en puntos de piedad y ritos es la
            madre de la temeridad, hermana de la superstición, é hija de la ligereza: Pre-
            sumpta novitas mater temeritatis, soror superstitionis, filia lemtatis. El devoto
            no se ha penetrado de la sublimidad de esta sentencia, digna de tan santos
            y doctos padres. Todas las cosas de esta vida, como los alimentos, vestidos,
            etc. son mas apreciables mientras mas frescas y nuevas. No así la religión, y
            todo lo que á ella pertenece: su antigüedad es su mayor recomendación, y el
            pasaporte de su legitimidad. Recurramos á los tiempos antiguos y puros, y
            examinemos las devociones de los cristianos de aquellos siglos felices. Servir
            á Dios con simplicidad, dice un docto que me sirve de guia, amarle con sin-
            ceridad obedecerle con fidelidad, practicar su santa voluntad manifestada en
            sus mandamientos, fué la dominante devocion de nuestros remotos padres, la
            verdadera, la sólida la que ha santificado siempre á los que la han practicado,
            y sin la que nadie se santificó; y ninguna es verdadera sin ella. Casi no hubo
            otra que esta en muchos siglos. Pero resfriada con la depravación de las cos-
            tumbres cristianas, se debilitó y casi extinguió el saludable y santo rigor de los
            cánones; y al favor de la relaxacion y la ignorancia, se buscaron caminos de
            atajo para procurarse la salvación por medios ménos costosos. Con todo, los
            justos ó santos cada día se hacían mas raros. Se introduxeron muchas devo-
            ciones que parecían mas bien inventadas para no sujetarse á la verdadera que
            acabo de describir, que fundadas sobre aquellas sin la qual ninguna es útil sino
            perniciosa. Del siglo 12 á esta parte se ven multiplicarse con asombro: pero
            ¡con qué monstruosa mezcla de errores y de falsa confianza donde no debía
            haberla! Sucedieron santos nuevos, y muchos de ellos inciertos, que hicieron
            olvidar á los antiguos y ciertos. Falsos milagros, falsas seguridades: parece que
            se intentaba apartar á Dios de su trono. Por esto, y considerando las muchas é
            indiscretas devociones de la Virgen María nuestra señora, dixo sobradamente
            bien el docto Cornelio Alápide, que algunas de ellas fuéron inspiradas por el
            diablo.
                    Es preciso ser atento, y detenerse aquí con mi bendito devoto. Dice
            este muy asegurado y satisfecho, que S. Agustín no habla de esta devocion;
            pero se engaña, porque el santo doctor habla de todas las de por venir. Si Adán



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