Page 140 - Vida y Obra de Toribio Rodriguez de Mendoza - Vol-1
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Volumen 1
Debate sobre la devoción del Corazón María Santísima
«El devoto autor de la carta núm. 50 del 2° tom. del Investigador, ca-
rece de las nociones necesarias para tomarse á cargo una contienda de tanta
importancia: su fe es mala, y su religión vana, y por consiguiente es un falso
devoto, que no impugna, sino declama».
El culto mal entendido, qual es el superfluo, vano y nada conforme á
las sanas ideas de la religión, el que no es ordenado por Dios, ni mandado por
la iglesia, ni según la práctica ordinaria, se reputa justamente por supersticio-
so. El culto debe ser grato á Dios, y no siendo capaz la razón natural sola de
asegurarnos, que este ó aquel culto es agradable a Dios, se deduce que debe ser
ordenado por él, mandado por la iglesia, y por tanto conforme á la costumbre
ordinaria de ella. De este común y verdadero principio debió partir el devoto,
y probar que el culto del corazon de María tiene estas calidades. No lo ha he-
cho así: veamos si yo puedo probar mi proposicion.
La religión, dice S. Agustín, no debe ser obra de la fantasía ó ficciones
de la imaginación. Non sit nobis religio in phantasmatibus nostris; melius est
enim qualecumque verum, quam omne quidquid arbitrio fingi potest.
Hablemos con sinceridad y con amor á la verdad, y sin aquel fatal
empeño en que nos ponemos quando tenemos opiniones anticipadas. Si la
Virgen santísima fuera hasta hoy venerada del modo y como lo fué en los
dos ó tres primeros siglos de la iglesia: ¿no sería venerada suficiente y debi-
damente? ¿Somos (como reflexiona S. Bernardo en un asunto muy semejante
al nuestro) somos mas ilustrados, mas devotos y mejores cristianos? Quando
escribió Graciano su compilación de decretos solo habia tres festividades de
la Virgen, según cierto sínodo de León de que hace memoria. S. Bernardo
cuenta quatro: á saber, la purificación, anunciación, asunción y natividad; y
desde ese siglo hasta el presente, se han multiplicado hasta diez y siete, las que
se celebran por toda la iglesia: y de estas habla el señor Benedicto XIV en su
erudito tratado De Festis, sin contar con muchas de iglesias particulares. Cre-
ció en verdad la devocion de María; y las súplicas de varones sencillos pero
piadosos, y también alguna vez la interposición de los príncipes alcanzaron
su establecimiento. Siendo esto así: ¿por qué idear ó imaginar nuevos títulos
y aspectos devociones, según el capricho de los devotos? Sobre todo, y mas al
caso: ¿por qué elegir una devocion destituida de la competente autoridad, que
debia declararla antes legítima? Si la citada devocion está puesta en práctica
en alguna parte: ¿por qué para establecerla é introducirla en esta capital, no se
ha hecho caso de la autoridad del Sr. arzobispo, á quien compete no solo por
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