Page 138 - Vida y Obra de Toribio Rodriguez de Mendoza - Vol-1
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Volumen 1
Debate sobre la devoción del Corazón María Santísima
quando al contrario en los anteriores, en que devociones eran muy pocas, y
esas discretas y arregladas, floreciéron tantos cristianos? La razón es clara:
porque se obedecía la ley, porque los caminos de la penitencia eran dilatados
y llenos de espinas, de modo que hacían conocer la gravedad del pecado. Pero
se observa que debilitando el santo rigor de aquella disciplina con la facilidad
de las absoluciones, con las innumerables é indiscretas indulgencias, con la
increíble multitud de devociones á los santos y se vino á creer por el pueblo,
que la salud eterna se consigue con ser devoto á esto ó á aquel santo, en cu-
yas vidas escritas por hombres sin critica, ni principios de verdadera teología,
como también en los libros devocionarios, se hacen tantas falsas promesas, se
llenó también el mundo de unas falsas confianzas que debilitaron la verdadera
y solida devocion, que es de práctica ó cumplimiento de los mandamientos.
Por eso el concilio de Trento en la ses. 25 de invocatione sanctorum, manda,
que se enseñe é instruya á los fieles, á saber: Que los santos que reynan con
Jesucristo ofrecen sus oraciones á Dios por los fieles: que es bueno y útil invo-
carles, y acogerse a sus oraciones, ayuda y auxilio para alcanzar beneficios de
Dios por su hijo Jesucristo, que es el único redentor y salvador nuestro. Esto
mismo prescriben otros concilios particulares.
De estos se sigue lo primero, que solo Jesucristo es nuestro redentor y
salvador. Lo segundo, que para salvarse no es necesario tener estas ni aquellas
devociones, porque no hay precepto de invocar á los santos. Lo tercero, pero
que es útil ocurrir á ellos, no como á quienes ayudan al que nos salva, sino
como á los que asisten con su patrocinio á los que se han de salvar. Esto es
lo que debe incesantemente inculcarse el pueblo para apartarle de sus vanas
creencias y falsas seguridades.
Siendo pues bueno, laudable y útil el culto ó veneración de los santos,
ningún bienaventurado reúne tanta excelencia en su persona, tanta dignidad,
tanto favor para con Jesucristo, como su santísima madre: por eso debe ser
venerada y amada sobre todos los santos, pero conociendo y reflexionando
siempre que es infinita la distancia que hay entre el criador y todas las criatu-
ras. En efecto, así se practica por los que son verdaderamente justos en toda la
iglesia.
Yo pues que respeto á un infeliz negro, ú á otro de la ínfima clase,
quando conozco que es virtuoso: yo que pido a los vivos, que en sus oraciones
me recomienden á Dios, ¿cómo no amaré, respetaré y veneraré, y me enco-
mendaré á los santos, y en especial á la madre de mi redentor? ¿Qué otra cosa
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