Page 54 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Volumen 1
Prólogo a la primera edición
los criollos se mencionan una serie de maltratos y segregaciones, afirmándose
que sólo les dejaban los cargos de «cobradores de mulas». Se plantea así un
abierto enfrentamiento entre los «españoles europeos» y los «españoles ame-
ricanos», incluyendo en las protestas a los mestizos y extendiendo esa pugna
al clero secular y regular de las mismas connotaciones clasistas. 23
Se sindica como principales culpables de estas motivaciones al Subde-
legado de Huánuco, D. Diego García, al de Panatahuas, D. Alonso Mejorada,
a su mujer y al sustituto D. José Castillo, al cual se le acusaba, entre otras tro-
pelías, de haber expresado que «se hartaría con la sangre de los criollos»; y a
otras autoridades y militares, entre ellos al Coronel y Alcalde Provincial, D.
Pedro Antonio de Echegoyen.
Son, igualmente, concurrentes las pruebas en lo tocante a que los in-
dios por sí solos no eran capaces de una insurrección de tales proporciones
y que fueron movidos por «sugestiones extrañas», pasquines y papeles anó-
nimos, en idioma índico, que circularon profusamente en todos los pueblos
de los Partidos de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes, y aún en los aledaños,
preparándose en forma cautelosa el movimiento desde casi un año antes de
su estallido. Ademas de las muchas cartas cambiadas entre los Alcaldes de
los pueblos indios y los rebeldes huanuqueños, son copiosos los testimonios
sobre esas instigaciones. El Juez de Aguas, José Meza, declara que «un hom-
bre blanco incógnito», con la cara cubierta por un pañuelo de gasa, llevaba
papeles a los indios y mestizos. Se insiste en un inglés, en cuya tienda en la
ciudad de Huánuco se hacían juntas clandestinas. Muchos de los principales
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jefes del movimiento circularon por los pueblos de indios, exhortándolos a la
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23. Una carta inédita, fechada en Lambayeque el 10 de Febrero de 1811 y dirigida a D. Carlos Lisson por un «Salazar», contiene datos
muy significativos en relación con el ambiente general del Virreinato peruano. Se menciona en esa misiva la creación de una «Reunión
Peruana», compuesta de la nobleza y el comercio, haciendo soldados simples a los miembros de la primera, «para desvanacer la
rivalidad de Europeos y Americanos, reunir los ánimos, en cuya desorganización trabajan con tanto ahínco los emisarios del Infame
Napoleón». Otro dato de interés en esta carta es el concerniente a la posible influencia de la revolución del Virreinato rioplatense,
expresándose al respecto lo siguiente: «la determinación del Gobierno de mantener quatro mil hombres en el sitio del Desaguadero
para contener la internación de los insurgentes de Buenos Aires la considero muy útil para mantener la tranquilidad de este Virrei-
nato, pues acaso estos perbersos pudieran corromper el ánimo de sus habitantes y sumergirnos en las desgracias que están sufriendo
los de Buenos Ayres». [Nota de la autora].
24. En las rebeliones indígenas insurgen a menudo reales o supuestos «hombres rubios», ingleses o anglicanos. Tal se observa en la
entrada de José Gabriel Túpac Amaru a la ciudad de Azángaro; y ocurre lo mismo con el misterioso Dr. Jeremías. En esta rebelión de
Huánuco, el tema aparece esgrimido en diversas formas. Así, en otra de las piezas de los procesos, se dice que, en Octubre de 1811,
había llegado a la casa del Subdelegado Diego García un inglés anglicano, capellán del navío inglés «Estandarte», fondeado en el
Callao, el cual cortejaba a los europeos. El anónimo personaje había pasado a Huamalíes con cuadernos o un plan topográfico de los
lugares por donde transitaba y se internó en las montañas, midiendo alturas con barómetro y «delineando» pueblos. Se expresa en la
declaración que los indios creían que venía toda la nación británica a sojuzgar su territorio. [Nota de la autora].
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