Page 170 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen 1
Reflexiones por Juan Baltasar Maciel sobre el «Elogio» de Baquíjano
de tirar en ella algunos rasgos que esclarezcan la justicia y disipen la sombra
con que se quiere ofuscar la luz de la verdad.
[120] Tales son los que se toman ya de la desatención al mérito de los
americanos en la provisión así de los empleos civiles y políticos, como de las
prebendas y dignidades eclesiásticas, ya del daño que se ha causado a todo el
cuerpo de la nación con la nueva forma que se ha dado a la economía de su ré-
gimen, gobierno y policía, y ya finalmente de la sublevación de las provincias
del Perú, que se atribuye y reputa como un efecto propio de aquellas noveda-
des. De suerte que siendo éstas las obras del actual ministro, y no pudiéndose
dudar del gravísimo daño que ha padecido todo el reino con las fatales conse-
cuencias y funestas resultas que se le figuran, forma, de todo ello, el partido del
orador, sus más especiosas conclusiones, con que releva de parte del ministro
el odio y aversión que sólo pudo animar tan perjudiciales resoluciones.
[121] Yo conozco desde luego, mi insufiencia para poner en su más cla-
ro día la justicia y conveniencia de los proyectos y designios del ministro, y no
tengo reparo en avanzar que, aun respecto de cualesquiera otra de estas partes,
sería una especie de temeridad y arrojo semejante empresa. El sacramento del
Rey (esto es el sistema y orden de sus disposiciones decía el Angel Rafael a
Tobías), debe quedar escondido, y sólo manifestarse las obras de Dios para
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confesarlas y honrarlas. Y a la verdad sin violencia alguna, podemos adoptar
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aquí las palabras con que el profeta Isaías increpaba la temeridad de aquéllos
que querían penetrar los juicios de su supremo Señor: ¿Quién de nosotros
(decía) oyó o apercibió el espíritu que animaba su voz? ¿O fue su consejero al
que manifestó su designio? ¿Quién fue aquél con quien tuvo consejo, instruyó
la justicia de su medida con la ciencia y prudencia para discernirla?
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[122] Pero, aunque por no haber asistido a los consejos de nuestro
soberano ni menos haber percibido el espíritu de la voz que nos intime sus
resoluciones, y por deber éstas, como otros tantos Sacramentos, quedar es-
condidas a nuestro conocimiento, no podemos especificar la causa verdadera
y principio que las produjeron, no obstante, como por lo mismo deben ser
siempre el objeto de nuestra veneración y debemos, por los primarios efectos
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39. Tobías, capítulo XII. v. 7.
40. «Etenim sacramentum regis abscondere bonum est; opera autem Dei revelare et confiteri
honorificum est». SCIO (ob. Cit., t. II, p. 643) traduce el versículo de este modo: «porque cosa
buena es tener oculto el secreto del rey; pero descubrir y alabar las cosas de Dios es cosa ho-
norífica» [Nota del Editor de la primera edición].
41. Ibid, t. IV, p. 105
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