Page 175 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
Vida y obra de José Baquíjano y Carrillo
sistema de la Corte de no dejar por mucho tiempo a ningún magistrado en su
plaza, obra, sin duda, de la sabia política del ministerio y que se observa igual-
mente con los americanos y europeos, nadie debe dudar, ni que su traslación,
efecto de un plan de gobierno que mil razones justifican, tuvo por principio el
desafecto del ministro, ni menos que la jubilación subsiguiente a su renuncia
fue un rasgo de benevolencia propia del que tenía en el corazón sus intereses.
[132] Si a todo esto se agrega lo que en el primer capítulo se insinuó, ya
sobre que el primer jefe de este nuevo virreinato es un americano, y ya que el
presidente de su Real Audiencia es americano, fenómenos nunca vistos en esta
América meridional, y que sólo pudo animarlos, o una declarada propensión
a nuestra nación, o una justicia distributiva que procede sin acepción alguna
de personas, es preciso concluir que la desatención al mérito de los ameri-
canos y a la aversión de parte del ministro que los posterga, son unos vanos
fantasmas de la preocupación, que desmiente y disipa la actual provisión de
sus políticos y civiles empleos.
[133] No lo es menos por lo respectivo a las dignidades y prebendas
de sus Iglesias. El Metropolitano de este virreinato es un americano, y son
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también americanos sus dos principales sufragáneos, el Ilustrísimo de la Paz y
el de Misque. Y aún las dos más considerables sillas episcopales de la Metró-
poli de Lima, cuales son la de Chile y el Cuzco, por estar vacas la de Arequipa
y Guamanga, ¿no se hallan igualmente ocupadas por americanos? Y si en sus
cabildos y senados se ven algunos europeos que no llenan ni aún la tercera
parte de las que ocupan los americanos, es consecuencia de aquel Real decreto
de 76, obra del celo de nuestro ministro, capaz por sí solo de desimpresionar
el espíritu más prevenido, de la vana idea que se le figura contra el amor y pro-
tección de los americanos, y que por lo mismo quiero aquí copiar, para que se
vea su imparcialidad y cuánto propende a la igualdad de todos.
[134] Exmo. Señor (habla con el Ministro de Gracia y Justicia): Con
el católico y piadoso celo que el rey procura y atiende a mantener en las igle-
sias catedrales de sus dominios de América el esplendor del culto divino, y
en los tribunales seculares la mayor exactitud para el mejor gobierno de ellos
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46. Suponemos que se refiere a Pedro Miguel de Argandoña, aunque al escribir Maciel su
alegato, ya había muerto hacía varios años. Nacido en Córdoba del Tucumán, en 1691, como
hijo del gobernador Tomás Félix de Argandoña, ocupó la silla cordobesa, cuando fue promo-
vido, en 1761, a la metropolitana de Charcas. Dejó de existir allí en el año de 1775. Después de
su muerte, el arzobispado quedó, durante muchos años vacante, pues su sucesor, San Alberto, se
hizo cargo de la arquidiócesis sólo diez años más tarde [Nota del Editor de la primera edición].
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