Page 174 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen  1
                                           Reflexiones por Juan Baltasar Maciel sobre el «Elogio» de Baquíjano
            por el resplandor y utilidades que presentaban, sino por los cargos y obligacio-
            nes que se vinculaban a ellos. La virtud más brillante gemía y huía el hombro
            a tan pesado fardo, y la que arrostraba, intrépida, las más sangrientas perse-
            cuciones, temblaba al solo aspecto de los más brillantes y honoríficos puestos.
            Pero ya hace muchos siglos que desaparecieron estos bellos días del cristia-
            nismo. La intriga y la cábala sucedieron injustamente y, lejos de que el mérito
            se esconda hoy fugitivo, sale solícito de los lugares más secretos y escondidos,
            buscando aquello mismo que había renunciado. Entretanto, pues, que vuelvan
            aquellos felices tiempos, no debe ningún americano quejarse de que no le bus-
            quen los premios en los remotos lugares, donde su misma desproporción tiene
            escondidos sus talentos. El soberano, que ve rodeado su trono de candidatos
            y pretendientes, apenas puede discernir el mérito de cada uno, y no es posible
            que, embarazada su perspicacia con tan importuna multitud, se transporte en
            tan extrema distancia, abandonando a los que tienen alrededor de sí.
                    [130] Más, demos a aquella objeción todo el aire que la quiere hacer
            peculiar de nuestros tiempos. En ninguno como en éstos, dicen los quejo-
            sos, se han visto tantos europeos venir a ocupar los primeros cargos de la
            magistradura, removidos o jubilados los americanos que, con tanto honor y
            después de muchos años, recogen el fruto de sus tareas. Principalmente en la
            Real Audiencia de Chile, Lima y Charcas, se ven estos augustos cuerpos com-
            puestos, por la mayor parte, de europeos, que hacen los primeros ensayos de
            su literatura. La Iglesia, en parte, experimenta la misma pasiva distribución
            de sus prebendas y dignidades, y mientras que de la Europa vienen a tomar
            las primeras sillas de sus senados y cabildos, continúan sus más beneméritos
            hijos en la penosa carrera de su servicio, sin otra recompensa que la de sus
            inferiores beneficios. Tal es el especioso título de que se reviste aquella vana
            objeción contra el actual ministro y régimen de esta América; pero nada es
            más fácil de disipar con las luces que la misma experiencia nos suministra.
                    [131] Es verdad que han venido muchos de nuestra España a ocupar
            los primeros puestos de la magistradura, de cuyo positivo mérito no se debe
            dudar, cuando traen su ejecutoria en la misma elección del soberano. Pero en-
            tre ésos se encuentran tres americanos para la Audiencia de Chile y Charcas,
            que pasaron, poco ha, por esta ciudad, y si en la de Lima no se ven otros más
            que fueron promovidos para ella, es sin duda por haber renunciado semejante
            gracia voluntariamente, a fin de conseguir su jubilación, en lo cual es digno de
            notarse la particular atención que se dió a su mérito. Porque según el actual



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