Page 147 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de José Baquíjano y Carrillo
                    [66] Porque ¿quién ignora que ocho o diez de los principales comer-
            ciantes de aquella ciudad, bien unidos entre sí, eran el móvil de todas las má-
            quinas que se agitaban por los virreyes y consulado, a fin de que no tuviese
            Buenos Aires parte alguna en aquel comercio, y que, haciéndose éstos mismos
            dueños absolutos de tan interesante tráfico por la exclusión de esta ciudad,
            sujetaban a todos los provistos corregidores que debían allí ser despachados,
            a que mendigasen de su cuerpo los efectos que necesitaban para los reparti-
            mientos en sus respectivas provincias? El citado informe pone todo esto en su
            más claro día, y nadie en su vista puede dudar de que el origen de la tiranía
            que los pueblos padecían en los repartimientos de sus corregidores, era la que
            éstos sufrían de sus codiciosos habilitadores, los cuales, recargándoles excesi-
            vamente los géneros que les suministraban, los ponían en la dura necesidad de
            que exprimiesen a los miserables indios que eran los que, sin recurso alguno,
            venían al fin a sentir todo el peso de la doble tiránica avaricia que obraba en
            sus repartimientos.
                    [67] No quiero pasar de aquí adelante sin explicar mejor esta verdad
            de hecho, que servirá de luz para después. Los géneros de Castilla, puestos en
            Lima, o por el Cabo de Hornos o por la vía de Panamá, tenían poco menos
            que una doble estimación respecto de la que se le consideraba en esta ciudad
            de Buenos Aires a los que se conducían desde Cádiz u otro cualquiera de los
            puertos de España. Pero este exceso de precio era poco gravoso a aquellos
            comerciantes limeños, lo resarcían con las exorbitantes utilidades que les pro-
            ducían la privativa habilitación de los corregidores, para quienes tampoco eran,
            en la realidad, perjudiciales, cuando tenían el seguro de desquitarse ventajosa-
            mente con el repartimiento que, después de cubrir aquel crédito y el resultante
            de la merced del corregimiento y gajes de sus títulos y despachos los dejaba ricos
            y en estado de cultivar los más extravagantes caprichos del lujo y vanidad.
                    [68] Sólo el miserable indio que era la víctima y pasto de tan voraz co-
            dicia, no tenía otro recurso que el del ímprobo trabajo a que se veía necesitado
            para que, enriqueciendo a su costo virreyes, secretarios, asesores y corregi-
            dores, quedase siempre bajo del peso de su infelicidad y miseria. Y yo no sé,
            después de esto, para qué se buscan ni figuran otras causas de la sublevación
            de los indios, cuando en ésta que presenta una insoportable tiranía, bajo de la
            cual han gemido inútilmente tantos años, tenían el estímulo que en ninguna
            de las que vanamente se aparentan, para precipitarse en aquel abismo.





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