Page 130 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen  1
                                           Reflexiones por Juan Baltasar Maciel sobre el «Elogio» de Baquíjano
            no deberá hacer el hijo y natural de esta Provincia del Río de la Plata, objeto
            perenne de los cariños de su soberano, y hoy más que nunca teatro glorioso
            donde se reconcentran las más benéficas miras de su amorosa providencia?
            Como digo, ¿habrá alguno tan insensible a los estímulos del amor patriótico
            que, al ver despreciados los generosos esfuerzos con que el digno ministro de
            tan gran monarca ha propendido a su felicidad, no se conmueva y arme contra
            quien tan atrevido lo insulta y quiere hacerlo pasar por un declarado enemigo
            del cuerpo americano?
                    [23] Y, a lo menos, debo confesar que desde el instante en que reco-
            nocí estampados, tan fuera de propósito, aquellos injuriosos rasgos, sentí tan
            exaltada mi poca bilis, que no fué capaz de templarla toda la abundancia de
            mi flema. Desde luego mi corazón, profundamente penetrado del más justo
            reconocimiento a tan común benefactor, se resintió de ver que un particular
            e injusto resentimiento se atreviese impunemente contra su más respetable
            carácter y que, por medio de la más pública ofensa, atropellase el mérito de su
            universal beneficencia. Mi pluma se sintió fuertemente impelida a vindicar el
            honor de la Majestad ofendida en la persona de su más benemérito ministro.
            Pero, por eficaces que fuesen los estímulos que la animaban, su despropor-
            ción, por una parte para tan grande empresa, y por otra el temor de que su mal
            éxito, aunque sólo fuese efecto de mi limitación, le sería más bien perjudicial,
            eran dos fuertes barreras que contenían todo el ímpetu de mis conatos.
                    [24] En este conflicto, la orden de V. S., en cuya clase considero cual-
            quier insinuación de su ánimo, dio a mi voluntad el impulso que superó los
            reparos de mi irresolución, trayéndome, sin violencia, al punto en que se re-
            concentraba mi inclinación. Y vea aquí V. S., por último, la causa que lisonjea
            mi obediencia en el ejercicio en que me empeñaba su comisión.
                    [25] Porque, ciertamente, por insensible que fuese yo al honor de tan
            gloriosa empresa, ¿cómo podía dejar de lisonjearme la satisfacción de ver
            abierta la carrera, a que tan fuerte y dulcemente me llevaban los estímulos de
            mi corazón? La desproporción de mi espíritu, desde que V. S. me consideró
            capaz de semejante empeño, o se me escondió a la sombra de tan superior
            concepto, o no tuvo influjo bastante para cohibir la fuerza de tan eficaz halago.
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            4. «Según el juez del pueblo, así son sus ministros». Eclesiastici, cap. X, v. 2° [Nota del Editor
            de la primera edición].
            5. Briareo, uno de los tres Gigantes, hermano de Coto y Giges, fue aliado de los Titanes en su
            lucha contra los dioses olímpicos. Era la personificación de las olas encrespadas a las que la
            tempestad eleva hasta el cielo [Nota del Editor de la primera edición].


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