Page 127 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de José Baquíjano y Carrillo
            lecciones de los incomparables Séneca y Bruto, no pudo impedir que el discí-
            pulo y su sucesor Nerón fuese al fin el mayor monstruo de la iniquidad.
                    [13] Y omitiendo otros innumerables ¿adelantaron por ventura más
            aquellos bellos genios de la ilustrada Grecia, quiero decir los Pericles, los Aris-
            tóteles y los Phociones, cuando lejos de re¬conocer en sus discípulos Párelo,
            Lisímaco y Phocas los cuidados y esmeros de la naturaleza que los destinaba
            a la gloria de la elevación, sintieron sólo la impotencia de sus esfuerzos para
            reformar los defectos de su formación? Y después de esto ¿podrá ninguno
            formarse idea de que la naturaleza apura los conatos de su estudio en la pro-
            ducción de aquéllos que destina a sus más altos puestos y dignidades?
                    [14] A la verdad, aun cuado estaba la naturaleza más vigorosa y que
            debía imprimir mejor en sus hijos la especie de tan lisonjera máxima, no pare-
            ce sino que aspiraba a todo lo contrario. Caín y Cham son unos funestos ejem-
            plos de esta congruencia; y la mayor parte de los reyes del pueblo escogido de
            Dios la confirman y autorizan. Por eso, el grande entre los reyes de Portugal, don
            Juan el Segundo, poniendo al heredero de sus estados en manos de sus maes-
            tros, les dijo: Ego succesorem regno dedi; vos principem formabitis. Nam principes
            sicut caeteri homines a parentibus genus, sed a praeceptoribus morem trahunt.
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                    [15] La sátira, proseguía nuestro crítico, es manifiesta, a cara descu-
            bierta, en los mismos hechos que se relevan como argumentos y pruebas del
            heroísmo que le bosquejó la naturaleza con el pincel de sus halagos y cuida-
            dos. El primer teatro que traza a su gloria militar, en la Africa en los presidios
            de Ceuta y Orán donde, capitán de una compañía de dragones, sólo recogió el
            fruto de la paz que les abandonó la inercia de los mahometanos, poco cuida-
            dosos de quitar, por entonces, aquel padrón de su infamia.
                    [16] El segundo es la América, y cuando, a la verdad, orgulloso el po-
            der británico, hizo el último esfuerzo de su potencia para arrancar de la co-
            rona de Castilla su más preciosa joya y apoderarse, con Cartagena, de la más
            rica feria del Universo. El suceso fue, sin duda, glorioso a la nación española.
            Pero ¿por qué se ha de sustraer el honor de tan heroica defensa a los Eslavas y
            los Lezos  sobre los cuales, como jefes generales, reverberaron hasta aquí to-
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            dos los rayos de gloria que tan justamente merecieron su valor y conducta? Ni
            ¿por qué en la oración que hoy se decora, se ha de exaltar o coronar triunfante

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            2. «Yo di el sucesor al reino; vosotros formaréis al príncipe. Pues los príncipes, como los de-
            más hombres, reciben de los padres el linaje, pero de los preceptores de la fisonomía moral»
            [Nota del Editor de la primera edición].


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