Page 128 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen  1
                                           Reflexiones por Juan Baltasar Maciel sobre el «Elogio» de Baquíjano
            a un teniente-coronel de quien ni nuestros fastos hacen memoria alguna, ni
            el mismo artífice de tanta máquina supo designar alguna acción o erigirle los
            despojos que arrastrase el carro de su triunfo?
                    [17] Aún es menos congruente el campo que le abre en la Europa sobre
            la conquistada plaza de Almeyda. El orador, como si recitara un poema épico,
            finge no menos que tres sangrientos asaltos, y hace gemir la humanidad, po-
            niéndonos a la vista, colmados de cadáveres, sus fosos. El diario de aquel sitio,
            que sólo duró diecisiete días, no refiere asalto alguno, y apenas cuenta siete
            muertos y veinticuatro heridos, siendo lo más notable que ni aún para relevar
            de noche las trincheras hace recuerdo alguno del héroe que tan se proclama.
                    [18] La gloria de conquistador no se adquiere por avistar, entre otros
            innumerables, una plaza que se rinde a la superior fuerza que la amenaza. Ju-
            lio César no mereció el renombre de Germánico, ni aún por haber pasado el
            Rhin con sus victoriosas legiones, y Scipión consiguió el de Africano, no por
            sólo haber abordado, como Eneas, a las playas enemigas de la Africa, sino por
            las gloriosas acciones que en calidad de supremo jefe le vincularon la antono-
            masia de tan relevante título; y a este precio debía el orador haber costeado
            los que dispensaba a su héroe, que en su conocido mérito le proporcionaba
            suficiente fondo para su elogio, si en lugar de un panegírico no se hubiera
            propuesto tan injuriosa sátira.
                    [19] Pero yo estoy muy distante de adoptar semejantes ideas, y más
            cuando, para responder a los deseos de V. S., no necesito tomar partido en tan
            odiosa contienda. La prudencia de V. S. con la discreción que lo caracteriza,
            me previno este embarazo, indicándome ciertos rasgos de la segunda parte
            para que sobre ellos fijase mi atención y le significase, con ingenuidad, el jui-
            cio que formaba, ya del objeto a que se dirigían, y ya de la injusticia con que
            se insultaba el respetable mérito del más digno personaje. Y de este encargo,
            aunque superior a mi capacidad, dije al principio que su ejercicio lisonjea,
            sobremanera, mi obediencia, que es lo que sólo me resta por declarar.
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            3. Maciel se refiere al virrey de Nueva Granada, teniente general Sebastián de Eslava, y al go-
            bernador de Cartagena, Blas de Lezo, quienes, en 1741, rechazaron el ataque de una flota in-
            glesa comandada por el almiran te Vernon ,a pesar de su aplastante superioridad, recibiendo
            en recompensa de su heroico desempeño sendos marquesados. Según Baquíjano, el mérito de
            tan gloriosa acción habría correspondido a Jáuregui, ya que dice: «Ordena (la Corte de Ma-
            drid) se embarque el Regimiento de Almanza, de quien es V. E. Teniente Coronel, y a su valor
            y pericia fía, y recomienda el crédito de toda la Nación». Y más adelante: «Cartagena abatida,
            aliéntate y respira. No: no serás arrasada por el enemigo, ni sufrirás el yugo, que te amenaza,
            y temes: los vientos, de concierto con tus votos, conducen y acercan vuestra libertad» [Nota
            del Editor de la primera edición].


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