Page 115 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
Vida y obra de José Baquíjano y Carrillo
elementos, los cría, une, separa, y defiende por un mecanismo seguro e inmu-
table contra el choque continuo de los años, y la voraz vicisitud de los siglos.
El silvestre habitante de los bosques, asiduo compañero de las fieras, sale de
ese letargo que con ellas lo asemeja, degrada, y equivoca: medita, reflexiona,
se sonda, y reconoce que el universo entero honra en su persona la imagen de
su autor. El inculto y tenaz enemigo de los muros y villas, se reduce y sujeta al
abrigo y defensa de las leyes; y buen padre, tierno esposo, si el patriota, goza
del placer dulce de la sociedad, del descanso y la abundancia. De esta felicidad
y de este alivio disfruta el bárbaro en ese asilo piadoso de la humanidad, con
que V.E. ilustra su gobierno. Subsistirás asegurando la gloriosa memoria de tu
fundador, cuando esos inútiles prodigios, esos edificios suntuosos del orgullo
y el arte, sepultados en el vasto abismo que absuerbe y devora las obras de los
mortales, no mostrarán por anales ni las tristes ruinas de su antigua grandeza.
Te unirás en gratitud con los campos y selvas, pues en ellos se proporciona la
misma dirección, e igual socorro.
[25] Celosos misioneros penetran esos vastos desiertos erizados de
abrojos y de espinas; atraviesan esas altas montañas cubiertas del hielo y del
granizo; se arman contra los rigores del clima y sus violencias, y entre el ries-
go y amenazas de arroyos caudalosos, profundos precipicios, y el frecuente
bramido de las bestias feroces, plantan y fijan la señal de salud en el centro
de la idolatría y el error. Con ese escudo en mano predican, catequizan, per-
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suaden, y convencen. El hombre se forma, el cristiano renace, los ídolos se
pulverizan, los templos se consagran, la iglesia, esa arca misteriosa, abre las
puertas, y en su seno preserva a tanto pueblo bárbaro destinado a perecer en
la inundación general del paganismo; y roca inaccesible, árbol magestuoso,
ve estrellarse las olas que el infierno en su furor agita; desprecia el huracán
violento con que intenta derribar esas tiernas ramas, esos débiles frutos, que
aún en brote lo avergüenzan, insultan, y estremecen. Religión santa, defiende
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28. Una de las causas que ha estorbado la propagación del cristianismo en las Indias, fue el
descuido en las misiones. Niecamp en la historia de las Misiones de Tranquebat dice en el
tomo I página 223: «Los Portugueses llenaron el seminario de Goa de malhechores conde-
nados al destierro: a estos hicieron misioneros, sin que ellos olvidasen su primer oficio». El
célebre Bayle decía a sus compatriotas: «Es bueno predicarles el evangelio a los salvajes de
América, porque aunque no se les enseñe mas cristianismo que el necesario para andar ves-
tidos, es una gran ventaja para las fábricas inglesas». No han sido estas las ideas de nuestros
soberanos. La conversión de los indios, el aumento y propagación de la fe, ha sido siempre el
primer objeto de sus cuidados, sin omitir para este glorioso fin los más encarecidos encargos,
y la entera franqueza de sus reales haberes [Nota del autor].
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