Page 111 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             Vida y obra de José Baquíjano y Carrillo
            cabaña, bendice en la calma, e inocencia al poderoso monarca del universo,
            que humedeciendo el valle con el útil rocío, y sujetando al frío cierzo y terrible
            Aquilón, asegura el sudor de su rostro, y la fértil recompensa de sus fatigas:
            si el ciudadano pacífico goza de la deliciosa idea de morir en el seno de la
            patria, y sin temer se le arroje del lecho de sus padres espera que sus cenizas
            descansen en un mismo templo, y bajo un mismo altar; por el feliz suceso de
            las armas, y la respetable protección de la victoria, logra y mantiene contra los
            insultos extranjeros de esa quietud, que tanto le interesa. Pero si en el exceso
            del agradecimiento pretende coronar al héroe, que sacrificando la vida y el es-
            píritu, se la afianza, y conserva; la gloria con que quiere adornarlo se obscure-
            ce y deslustra por el funesto aparato, que acompaña a los triunfos.  Cadáveres
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            sangrientos, Villas arruinadas, provincias desiertas, campos secos y estériles
            gimiendo por su antigua fecundidad: el acero sacrilego del conquistador ofre-
            ciendo por víctimas en los santos asilos de la religión al pálido anciano, y al
            débil sacrificador; el tierno infante salpicado en el rubio y blanco licor de la
            llorosa madre, que esparcido el cabello se acoge a las aras bañadas en sus lá-
            grimas, inútil freno contra el furor, y la barbaridad; la hambre, los fierros, y la
            muerte, la desolación, el horror, y la calamidad; todo se une, y degradan ese
            esplendor fundado en los destrozos. El hombre no ensalza, sino lo que es útil
            a la humanidad. Registra cuidadoso el secreto principio del militar aliento;
            descubre con placer que los brillantes acontecimientos de la guerra pueden
            ser obra del momento, de aquella convulsión, de aquellos síntomas con que la
            naturaleza une sus fuerzas para evitar el riesgo. Virtud violenta y pasajera, que
            infectada en su origen, no aspira a la constante inmortalidad. Esta se reserva
            a el genio superior, que en todas sus acciones forma paralelo, no contraste; y
            ésta es la que a V. E. augura por mi boca la academia, pues igualmente admira
            esos sublimes talentos con que V. E. ilustra sus destinos, y esa felicidad con
            que hace florecer al nuevo continente,a esta parte del mundo manchada aun
            en los nombres con una injusticia,  y un error.
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            16. «Esas tropas de cautivos atados al carro del vencedor, publican más bien su desgracia,
            que su gloria. ¡Qué de sangre y lágrimas riegan a esos laureles funestos! ¡Qué de suspiros
            interrumpen a esos cánticos de la victoria! Lúgubres despojos, vosotros sois monumentos de
            la avaricia y la crueldad, mas bien que del valor, y del esfuerzo. Fieros conquistadores, el fasto
            que os alucina, el orgullo que os embriaga, no os permite atender que fabricais sobre la ruina
            de la humanidad, y el destrozo de vuestros semejantes». Discurso dogmático sobre la canoni-
            zación de los Santos, por el Abad La Tour [Nota del autor].


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