Page 112 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
P. 112

Volumen  1
                                        Elogio al virrey Jaúregui por Baquíjano en la universidad de San Marcos
                    [22] ¡Oh Chile! qué situación de duelo y amargura ofreces a mi vista.
            El infiel Araucano se rebela, y altera. Un pérfido cacique seduce a la nación:
            intrépido espera que el suceso corresponda a la audacia. Con puñal en mano
            alienta la conjuración, e irrita a los cómplices; redobla en los corazones el ar-
            dor de la venganza con el trágico recuerdo de las pasadas miserias; invoca a los
            tristes manes de sus padres, y esta memoria anima los espíritus; excita el odio
            pintando a la América anegada en la sangre de sus propios hijos, asesinados
            en la plazas públicas a la vista de sus dioses domésticos:  la libertad, los bienes
                                                                19
            sepultados entre las ruinas de su antiguo trono; una opresión lenta, inexora-
            ble, sucediendo a esa primer crueldad; la indigencia unida a la humillación y
            al menosprecio; el año variando las sazones sin mudar sus suplicios siempre
            ____________
            17. El reconocimiento público, dice Raynaldo, debió nombrar a ese hemisferio con el nombre
            del animoso navegante (Cristóbal Colón) que lo descubre. Era la menor recompensa que se
            debía a su memoria; pero sea envidia, descuido, o capricho de la fortuna, sucede lo contrario.
            Este honor se reserva al florentín Américo Vespucio, aunque él no hiciese más que seguir las
            huellas de un gran hombre, digno de colocarse al lado de los más ilustres. Así el primer ins-
            tante en que la América se descubre al resto de la tierra es sellado con una injusticia, presagio
            fatal de las que este desgraciado país serviría de teatro. Guillaume-Thomas Raynal: Histoire
            philosophique et politique des établissements et du commerce des européens dans les deux
            Indes, 1775, t. III, Lib. VI, pág. 27 [Nota del autor].
            18. Como se había descubierto este continente, dice el mismo, navegando para las Indias, y se
            ignoraba si hacía parte de ellas, se le comprende bajo un mismo nombre, pero se le distingue
            por el sobrenombre de Indias occidentales, pues se toma el camino del oriente para ir a las
            verdaderas Indias, y el del occidente para ir al Brasil. Este nombre se extendió después a toda
            la América, y los americanos se llaman impropiamente indianos. Ibídem Libro 9, pág. 423
            [Nota del autor].
            19. Las horribles crueldades practicadas en la América al tiempo de su conquista, excitaron
            los clamores y quejas de los imparciales. Aún si adoptar las ponderadas expresiones de Don
            Bartolomé de las Casas Obispo de Chiapa, en su memorial, y las que repite el P. Charlevoix en
            su historia de la Isla de Santo Domingo, se pueden ver las representaciones hechas al Consejo
            de Indias por el P. Julián Garcés, primer Obispo de Tlascla, y la obra dirigida por el mismo a
            Paulo III. Allí vemos la opinión de algunos que no los juzgaban dignos de entrar en el senno
            de la Iglesia. Paulo III. se vio obligado a declarar en Bulla de 1537 que los americanos son
            hombres. El P. Juan José de Santa Teresa, carmelita descalzo, la refiere en su historia de la gue-
            rra de Brasil, y añade: «fue precisa, pues los españoles los mataban para alimentar sus perros».
            Lope de Gamar en su relación da razón de estar barbaridades que el indio tomaba tabaco en
            humo, y no se hacía la barba a la española. Pero aunque ciertos hechos con que las góticas y
            feroces ideas de aquel siglo, y los inevitables desórdenes que acompañan a las conquistas den
            lugar a las naciones extranjeras, por efecto de la obstinada emulación con que miran estas ricas
            posesiones sujetos a la España, de abultar y exagerar rigores, la misma verdad los fuerza a con-
            fesar que la piedad de nuestros reyes se ha esmerado en el alivio y felicidad de los miserables
            indios. El cuerpo del derecho patrio puede llamarse el código de la humanidad y la dulzura. No
            atribuyamos, pues, a nuestros soberanos esos rasgos de opresión y violencia: Numina nulla pre-
            munt. / Mortali urgemur, ab hoste / Mortales. Virgilio lib. 10, Eneida, v. 325 [Nota del autor].


                                               111
   107   108   109   110   111   112   113   114   115   116   117